Confesión de parte: soy particularmente propenso al cine que habla sobre el proceso de hacer cine. Para algunos este subgénero peca de condescendencia absoluta, pero cuando uno revisa a los cineastas que han hecho películas de este tipo es inevitable replantear esa idea.

Godard, Fellini, Truffaut, los hermanos Coen y, por supuesto, Quentin Tarantino han sucumbido a este gozoso ejercicio de apuntar la cámara hacia uno mismo y narrar las muchas aristas de lo que implica hacer una película.

Por todo lo anterior es que llegué con mucha expectativa a The Comeback Trail (La Última Estafa, por su nombre en español), remake de la homónima de 1982 (no vista por mi) pero con la cual comparte exactamente la misma trama.

Max Barber (Robert De Niro) es un veterano productor de Hollywood en los años 70’s. El mafioso y cinéfilo Reggie Fontaine (Morgan Freeman) persigue a Max a causa de una cuantiosa deuda. Y es que Fontaine le habría financiado a Max el que resultó ser su más reciente fracaso: una película de acción con monjas asesinas que no vendió un solo boleto gracias al tremendo escándalo que provocó en la iglesia (nota al margen: en la vida real eso habría hecho que la película fuera un hit. En fin).

Max podría salir de deudas si vendiera el preciado guión de su siguiente película ‘El Paraíso”, pero él considera que se trata de una obra maestra y no piensa ponerlo en venta, a pesar de que tiene una oferta de un millón de dólares.

Al productor de marras se le ocurre mejor otra idea: levantar un nuevo proyecto de película de acción para asegurar a tope a la estrella principal y luego matarla al obligarle a hacer sus peligrosas escenas de acción. Así cobra el seguro y santo remedio, dinero para todos.

Junto con su socio y sobrino, Walter (Zack Braff), acuden a un asilo de actores ancianos. Ahí se topan con una auténtica leyenda que pensaban ya había muerto. Se trata de Duke Montana, otrora leyenda de los westerns venido a menos. El viejo Duke (Tomy Lee Jones), frustrado con la vida y con su carrera, ya busca morirse: todos los días juega ruleta con su revólver, pero su buena estrella siempre lo salva de morir.

Max convence a Montana de protagonizar la película. Pero la buena estrella sigue salvándolo de la muerte, para disgusto de Max quien sigue urdiendo escenas de acción peligrosas para terminar con la vida de Duke.

En manos de cualquier otro director, esta película hubiera sido un hit. Imaginen por un momento lo que los hermanos Coen habrían hecho con esta historia y con ese trío de auténticas leyendas a su mando.

La terrible noticia es que el director de esta cinta, es George Gallo, director de medio pelo cuyo trabajo más famoso fue como guionista para la saga de “Bad Boys” y alguna que otra comedia intrascendente.

Así, el humor de esta cinta (y su guión) es una auténtica basura, digno tal vez del mejor Gómez Bolaños. Y es que la cinta se conforma con ser una serie de gags donde el malévolo Max trata infructuosamente de matar al Duke quien siempre termina cayendo de pie, e incrementando su propia leyenda de héroe de acción invencible.

Y es una lástima porque a pesar de que claramente estamos en una película de manutención (todo mundo al final tiene cuentas por pagar, y más De Niro que sigue lidiando con las consecuencias de su terrible divorcio), el humor y la finura con la que De Niro interpreta a esta caricatura de personaje debe ser uno de sus mejores trabajos en el género.

Lo mismo para Tomy Lee Jones, cuyo rostro adusto pero siempre firme convence y hasta vuelve entrañable a su Duke Montana.

Pero ni esos tres pilares de la actuación tienen fuerza suficiente para levantar esta cinta sumergida en un conjunto variado de torpezas, siendo la principal el ya mencionado guión, y después la mala manufactura de la cinta.

El tal George Gallo no logra ni siquiera filmar con algo de decencia un campo contra campo, mucho menos le importa ser un poco más prolijo en las escenas de acción (donde todo el tiempo se nota al doble de Tomy Lee Jones). Capaz y hasta fue a propósito.

Así, lo que tenemos aquí es a un par de estrellas desperdiciadas, una premisa que pudo ser interesante y una película que, esperemos, al menos haya servido a estos tres magníficos para pagar sus deudas, que en el caso de De Niro al parecer son varias.

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