Es interesante cómo se ha vivido en Estados Unidos el abrupto final del que iba a ser un impresionante juicio contra un medio de comunicación. La idea de sentar en el banquillo a Rupert Murdoch (el dueño de Fox Corporation) a lo más alto de su plantilla a declarar por qué habían faltado a la verdad, uno de los valores sagrados del periodismo, era épica. Todo el sabor a película que tenía el caso con el que la empresa Dominion Voting Systems demandaba al gigante mediático por difamación se disolvió horas antes de que empezara el show.

En la demanda se acusaba a los presentadores de Fox News y Fox Business de mentir al decir que tenían pruebas de que la elección americana había sido truqueada en 2020 a favor de Joe Biden por sus máquinas. El acuerdo al que llegaron los abogados de ambas partes, momentos antes de empezar el litigio, no es poco glamoroso: 787 millones de dólares en compensación, una cifra que evitó exponer a Murdoch y a las principales figuras de su emporio al escrutinio.

Las consecuencias no han quedado ahí, pues Tucker Carlson, el comentarista político de Fox News que parecía intocable, acaba de ser despedido. Se apunta a una serie de correos electrónicos y mensajes de texto ofensivos que iban a salir a la luz en el juicio y en los que Carlson hacía referencia a altos ejecutivos de la corporación. También hubo menciones de odio hacia Donald Trump, a quien por otra parte, Carlson alababa en el aire. Evidencias de misoginia, un discurso disonante entre lo que la cadena proyectaba y lo que pensaban sus máximos estandartes más la condición de Murdoch, a quién no querían exponer a sus 92 años, dio como resultado la astronómica suma que previno la humillación del magnate y la exhibición pública de las miserias de su empresa en plena crisis de credibilidad.

Sin embargo, lo que ha acaparado titulares estos días es el surgimiento de un protagonista que nadie vio venir. Se trata del mediador, que bien podría ser el nombre de esta película. El cómo este señor de 70 años que viajaba por el Danubio para celebrar su cumpleaños cuando le llegó el e-mail pidiendo ayuda para resolver el histórico caso tiene elementos extraordinarios para un filme de suspenso. El abogado en cuestión se llama Jerry Roscoe. Entre sus hazañas está haber servido como intermediario del gobierno americano en la guerra de Bosnia. Por ello es que el héroe de esta historia había decidido festejar su nueva década visitando los Balcanes para ver la región “sin que ninguna persona le apuntara con un arma”, según declaró en entrevista al WSJ.

Entre otras anécdotas de alfombra roja que Roscoe ha contado, destaca que sólo tenían 11 horas para lograr el acuerdo y que todas las negociaciones las tuvo que hacer desde el crucero AmaWaterways en su trayecto de Budapest a Bucarest, en la parte trasera de un autobús turístico cubriendo su celular con un abrigo para conservar la confidencialidad y en una habitación de hotel en Brasov, Rumanía. ¿Cómo se escribe sola una película? Así.

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