En congruencia con los retos que enfrenta la humanidad por los graves impactos del cambio climático, se esperaría que dentro de las prioridades del gobierno mexicano se subraye una ambición de acción climática. Sin embargo la visión del mandatario sigue anclada al pasado, a un modelo energético de los 70´s que aleja al país de una trayectoria de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que realmente contribuya a limitar el aumento global de la temperatura en 1.5°.

Es anacrónico que la preocupación del presidente respecto a las nuevas generaciones sea asegurar la herencia de combustibles fósiles en lugar de heredar un planeta sano. Parece no haber quedado claro que la emergencia climática requiere de un compromiso contundente para transitar a un modelo energético que reduzca radicalmente las emisiones de GEI.

Resulta particularmente preocupante la política del sector energético responsable de aproximadamente 70% de las emisiones de GEI en el país, en la que PEMEX se ubica dentro de las 25 empresas responsables de más de la mitad de las emisiones industriales desde 1988 (1). Ante esto resulta insuficiente la modernización de las plantas hidroeléctricas de la CFE como alternativa para reducir el uso excesivo de combustóleo y carbón, sin duda es un pequeño paso pero sigue faltando la evaluación de los bajos niveles en las presas, ocasionados por las sequías exacerbadas por el cambio climático y la inclusión de las energías solar y eólica con rectoría del estado de los megaproyectos y con foco en los sistemas descentralizados de las comunidades para asegurar el respeto a los derechos humanos y combatir la pobreza energética.

¿98 de 100? Con relación al cumplimiento de sus 100 compromisos, el presidente mencionó que está a 2 de la meta pero omite mencionar qué ha pasado con las prohibiciones de métodos de extracción de materias primas que afectan la naturaleza y que agotan las vertientes de agua como el fracking, el cual sigue permitido en las leyes nacionales y se le asigna presupuesto año con año. Aún no se puede dar por hecho el cumplimiento al impulso de prácticas agroecológicas y la prohibición de introducción y uso de semillas transgénicas, por cierto uno de los grandes aciertos del gobierno en materia de medio ambiente. Recordemos que el decreto presidencial que prohíbe el uso de glifosato y maíz transgénico plantea su total ejecución al 2024.

Dentro del informe no se mencionó al Programa Sembrando vida como el gran Paladín del medio ambiente, como sí lo ha hecho en otras ocasiones de las cuales probablemente la más recordada es la Cumbre Climática convocada por Joe Biden, y esto tal vez porque el programa ha recibido fuertes críticas respecto a sus objetivos de mitigación. En su “Análisis de los impactos en las coberturas forestales y potencial de mitigación de las parcelas del programa Sembrando Vida implementadas en 2019” (2) el Instituto de Recursos Mundiales (WRI por su siglas en inglés) estimó que en el primer año de operación del Programa Sembrando vida incentivó la pérdida de cobertura forestal de 72,830 hectáreas en regiones altamente vulnerables al cambio climático y con gran biodiversidad: Chiapas, Tabasco, Veracruz, Yucatán, Quintana Roo y Campeche.

México, podría liderar una verdadera transformación y salir de la pandemia con un sólido paquete de recuperación donde el medio ambiente tenga un enfoque transversal que muestre que está velando por la salud y el bienestar de las personas más vulnerables y los ecosistemas de los que dependen las comunidades urbanas y rurales.

Notas

*Aleira Lara es Directora de Campañas de Greenpeace México

1. Paul Griffin, 2017, The Carbon Majors Database: CDP Carbon Majors Report 2017, England. En:

2. Análisis de los impactos en las coberturas forestales y potencial de mitigación de las parcelas del programa Sembrando Vida implementadas en 2019 en:

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