Durante los días que duró la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y mientras se cumplían tres años del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, voces nacionales e internacionales coincidieron en la importancia de fomentar la socialdemocracia en la vida política del país como una plataforma que promueve la democracia y la igualdad, pilares de la vida social. Dos voces destacaron e hicieron eco en la FIL y en reuniones organizadas por los partidos políticos Morena y Movimiento Ciudadano (MC): José Luis Rodríguez Zapatero y Porfirio Muñoz Ledo.

La congruencia política y calidad moral del expresidente español, le permitió en la misma visita a México participar en un foro dirigido por el presidente del partido Morena, Mario Delgado, y en dos espacios considerados de oposición por el Presidente López Obrador, la FIL y MC. Rodríguez Zapatero, como socialdemócrata, rehúye de la polarización y abraza las características de la democracia moderna como un modelo basado en el diálogo, de la restauración de los consensos básicos surgidos tras la segunda guerra mundial (derechos humanos), de rechazo a toda forma de violencia y autoritarismos, y que abraza el pluralismo político.

La libertad para la socialdemocracia se consigue a través de garantizar la igualdad, entendida como el acceso pleno y efectivo a una vida digna de todas las personas que habitan este mundo. No sólo desde un punto de vista positivista, es decir, que no sólo se garanticen a partir de leyes y acuerdos internacionales, sino que se materialicen en la mesa familiar, en las condiciones laborales, en los ingresos de las familias, en la posibilidad de educarse y desempeñarse en la labor que se decida, así como en la sostenibilidad medio ambiental, entre muchas otras.

A diferencia del colonialismo español o la doctrina Monroe norteamericana, Rodríguez Zapatero hizo un llamado a una cooperación internacional basada en un proyecto conjunto que integre a las naciones Latinoamericanas y del Caribe, similar a la del Parlamento Europeo, que logre igualar realmente a estos países. Conformando “Un gran proyecto que no tenga ningún contenido mesiánico; sino racional, político y de construcción, empezando por el comercio, los títulos universitarios o las infraestructuras comunes”. Un proyecto que no se justifique solamente a través de la popularidad (emoción sobre resultados) o por la fuerza (militar o criminal).

Por su parte, Porfirio Muñoz Ledo, a quien le tengo una profunda admiración y afecto, y quien recibió un premio en un evento convocado por el recién nombrado coordinador nacional de MC y su fundador, Dante Delgado, es la muestra de que se puede ser crítico del partido al que se pertenece, que entiende muy bien que el compromiso de un funcionario que ostenta un cargo público, por designación o por voto popular, es con el Estado y la ciudadanía, y no con un partido, un liderazgo o un proyecto.

La transición democrática de nuestro país se cimienta en las luchas de Cuauhtémoc Cárdenas y Muñoz Ledo, fundadores del Frente Democrático Nacional, movimiento social del cual varios años después surgieron los partidos PRD y Morena, trayectoria que le permite hoy ser parte del partido en el poder y a la misma vez coincidir y ser un interlocutor legítimo con partidos de oposición y asesorar a MC. A sus 88 años sigue esperanzado en establecer una gran coalición de todas las izquierdas socialistas democráticas (partidistas, laboristas y progresistas) que logre una transformación del Estado por medio de alcanzar una justicia social, igualitarista y crítica.

Muñoz Ledo, primer presidente de la Cámara de Diputados de México en pertenecer a un partido de oposición, considera que una verdadera transformación requiere de un nuevo pacto social que renueve la Constitución Mexicana para establecer una Nueva República. En presencia del expresidente Zedillo en 1997 Muñoz Ledo pronunció el discurso que más refleja su compromiso con la socialdemocracia: “Saber gobernar es también saber escuchar y saber rectificar. El ejercicio democrático del poder es, ciertamente, mandar obedeciendo. Lo que en última instancia significa el cambio democrático, la mutación del súbdito en ciudadano”.

Coincido plenamente con ambos y espero que, tanto Morena y MC, así como las personas que escucharon los discursos de Rodríguez Zapatero y Muñoz Ledo en la FIL y en los espacios en los que compartieron recientemente su visión y experiencia política, abracemos la diversidad y hagamos todo lo posible para alejarnos de la polarización, para re-construir el consenso básico que, en mi opinión, hacen de los derechos humanos y el modelo democrático, los acuerdos sociales más importantes de nuestra historia civilizatoria.

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