“La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el suicidio como un problema grave de salud pública y señala que los efectos en las familias, los amigos y la sociedad, son complejos y perduran aún mucho tiempo después de la pérdida”1.  En 2015 el suicidio fue segunda causa de defunción en el grupo de 15 a 29 años, en donde la tasa a nivel nacional es de 5.2 suicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que para el estado de Chihuahua corresponde a 11.4 suicidios por cada 100 mil habitantes, por otra parte, de acuerdo a las cifras de la IV jurisdicción sanitaria del Estado de Chihuahua, el municipio de Cuauhtémoc presenta para el mismo periodo una tasa de 14.5 por cada 100 mil habitantes lo que triplica la tasa nacional.

La correspondencia que existe en el suicidio y los trastornos mentales está particularmente ligada a la depresión y consumo de sustancias, sin embargo, las experiencias relacionadas con conflictos, violencia, abusos, pérdidas, marginación, segregación, enfermedades crónicas y  problemas financieros están estrechamente vinculadas a conductas suicidas.

Un desafío particularmente para los trastornos mentales y el suicidio es el estigma y tabú sobre el tema, esto asociado a la falta de reconocer que es un problema de salud pública, ya que muy pocos países han incluido la prevención del suicidio entre sus prioridades de agenda gubernamental.

“El suicidio es una de las condiciones prioritarias del Programa de acción para superar la brecha en salud mental establecido por la OMS en 2008, que proporciona orientación técnica basada en pruebas científicas con miras a ampliar la prestación de servicios y atención de problemas de salud mental, neurológicos y abuso de sustancias. En el Plan de acción sobre salud mental 2013-2020 los Estados Miembros de la OMS se comprometieron a trabajar para alcanzar la meta mundial de reducir las tasas nacionales de suicidios en un 10% para 2020”2.

En este contexto es importante elaborar estrategias de prevención, que estén asentadas en evidencia, mismas que deben contar con la coordinación y colaboración de múltiples actores como lo son la sociedad civil, servicios de salud, educación, medios de comunicación, entre otros, con el objetivo de sumar esfuerzos en las actividades de prevención para desarrollar un enfoque multifactorial y no individual del fenómeno.

En la actualidad FICOSEC Cuauhtémoc, IV jurisdicción sanitaria del Estado de Chihuahua, FECHAC Cuauhtémoc, Servicios Educativos del Estado de Chihuahua, la Secretaria de Educación Pública, el Centro Estatal de Prevención del Delito y Apoyo con Cariño A.C., se encuentra en el diseño de un modelo de prevención, cuya peculiaridad es aprovechar los recursos de espacio y alumnos de las secundarias del Municipio de Cuauhtémoc y Guerrero en el estado de Chihuahua. La primera fase del proyecto radicó en conocer los factores de riesgo en el grupo de 12 a 16  años,  ya que el grupo con mayores actos de suicidio se encuentra en la edad de 18 a 29.

La línea base consistió en el levantamiento de una encuesta a un total de 8,601 alumnos de todas las secundarias del municipio de Cuauhtémoc, siendo la población atendida compuesta por un 8.7% de tarahumaras y un 1.7 de la comunidad menonita, colectivos propios de la región noroeste de Chihuahua. La encuesta contiene 40 ítems para determinar factores clínicos y de riesgo, en donde los resultados sirvieron como fundamento para la aplicación de talleres y programas de prevención en salud mental.

El estudio registra dentro de las características detectadas en los adolescentes que el 32% presenta un riesgo de suicidio, además, dentro de las causas clínicas asociadas, se detectó que el 16.7% manifiesta ansiedad, seguido del 9.9% con alucinaciones. En cuanto a los factores de riesgo el 36.7% muestra síntomas de violencia (Fig.1), seguido de un 8.6 de abuso sexual y un 7.3% con adicciones.

Por otra parte, dentro de las causas asociadas al intento de suicidio en adolescentes encontramos que el 41.8% sufre de violencia familiar y un 25.2% exhibe violencia autoinflingida, en los temas inherentes a relaciones interpersonales, las y los jóvenes mencionan factores como la celopatía con un 30%, un 24% baja autoestima y un 19% el consumo de sustancias nocivas.

Con todas las características expuestas, podemos corroborar que la ideación suicida no está solamente relacionada con una enfermedad psiquiátrica, ya que los datos muestran que existen eventos, elementos o factores que desestabilizan a las personas consideradas mentalmente sanas y es por, ello que pueden tener una ideación o conducta suicida.

Lo anterior confirma que no se puede soslayar el vínculo entre seguridad y salud, ya que los datos arrojados muestran que los factores  y las repercusiones que detonan los suicidios son múltiples, para lo cual la intervención también debe ser multidisciplinar, en donde las acciones deben ser específicas no solo en el ámbito de salud, si no de acuerdo a los diferentes grupos en riesgo, abordando temas de seguridad como lo es la violencia, conductas antisociales como el abuso de sustancias, etc.

Para finalizar, es necesario comenzar a implementar esquemas en salud mental, de manera transversal con programas que incentiven  a la comunidad y sus pobladores de forma integral, brindándole estructuras de desarrollo sistémico que converja con la satisfacción de las necesidades e intereses tanto colectivos como individuales en pro de mejores relaciones de seguridad y convivencia.

Yazmin Salazar Orozco

Dulce Carolina López Ayala

Édgar Alí González Reyes

FICOSEC Cuauhtémoc

@FICOSEC @ObsNalCiudadano

1 OMS (2014). Prevención del suicidio. Un imperativo global.

, 21 de junio de 2018

2 OMS (2017). Suicidio. Recuperado el 23 de junio de 2017, en:

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