Señor Director:
El día viernes 18 de febrero de 2022 se publicó en EL UNIVERSAL una nota intitulada “Adiós CNDH”, firmada por Sandra Romandía, que contiene una serie de FALSEDADES, MENTIRAS, DENOSTACIONES Y CALUMNIAS, y una vez más el centro de sus infundios, que nada tienen que ver con el ejercicio de la libertad de expresión y ni siquiera del legítimo derecho a la crítica y a la denuncia, resulta ser quien esto suscribe; por lo que me permito hacer las siguientes precisiones:
1.- La nota carece de toda objetividad, es tendenciosa y falta a la verdad, pues de ninguna manera se cerciora de los hechos que narra y utiliza para argumentar sus propias opiniones.
Ahora bien, no voy a referirme a la víctima y a su señora madre que se mencionan en la nota, precisamente por su calidad de víctimas. Simplemente decir que toda mi relación con ambas personas, mis comunicaciones y mi atención, fueron de buena fe, de enorme respeto, siempre en apoyo de sus peticiones; sin embargo, no soy yo quien tiene la facultad de elaborar proyectos de recomendación ni de dar seguimiento a las quejas, esto es facultad de las y los visitadores adjuntos, por lo que su desahogo se realiza de acuerdo con nuestra normatividad interna, atendiendo a las pruebas y evidencias aportadas tanto por las víctimas como por las autoridades señaladas como violadoras de derechos humanos (testimonios, fotografías y videos, entre otras), independientemente de lo que subjetivamente quiera o piense cada quien, incluido un servidor. Los hechos que refiere en su nota fueron documentados e investigados, así que la conclusión de la queja corresponde exclusivamente a quien llevaba su atención.
2.- El cese del ex Coordinador General de Administración y Finanzas, nada tuvo que ver con la resolución de las quejas que se refieren en el artículo. No podría ser así porque nuestro Reglamento Interno y nuestra Ley no lo permiten. En todo caso, si así hubiera sucedido, lo que es sancionable, deberá investigarse; lo que pueden solicitar las víctimas ante el Órgano Interno de Control de la CNDH, pero que en lo personal, y en atención a la nota publicada, yo mismo he solicitado ya, a efecto de clarificar los hechos y deslindar responsabilidades, incluido el que esto suscribe.
3.- Mis funciones como Secretario Ejecutivo están determinadas por la Ley y por el Reglamento Interno de la CNDH, además de las instrucciones y la confianza que recibo de la Presidenta. Laboro y opero en ese marco; y si los cuestionamientos son porque trabajo cerca de las víctimas, porque las atiendo; o porque estoy atento a que se cumpla con la misión por la que llegamos a la Comisión, que no es lo mismo que imponer decisiones, me parece muy sucio que se haga, descalificándome con mentiras. Ciudadana periodista, le pregunto, con todo respeto: ¿Antes que simplemente aseverarlo en su nota, no hubiera sido más profesional y ético mencionar quién o quienes aseguran que yo “he tomado las riendas”? ¿Quién dice que doy órdenes de “que casos atender y cuáles no”? ¿Quién dice que le quito “su autonomía a los visitadores”? ¿Quién dice que “manejo la nómina a capricho”, lo que es muy grave? ¿A quién o a quienes, empleados o exempleados, he amenazado con el despido vía WhatssApp o les he “notificado su salida”? ¿Por qué lo que Usted publica como si fuera verdad no lo denunció con pruebas? Tan sencillo como que no es válido escudarse en la libertad de expresión para propagar supuestos, sin verificarlos.
4.- Por lo que toca a la aseveración de que “personal de la CNDH reconoció haber acatado órdenes de ‘rasurar’ el expediente” para que no saliera la recomendación que se esperaba, y que todo se debió a mi molestia ante “la exhibición” de la conducta del ex Coordinador General de Administración y Finanzas, que no Oficial Mayor, lo niego categóricamente, y puedo probarlo. El ex Coordinador General, por cierto, no fue “dado de baja” ante la “presión pública”, que no la hubo en ese entonces (para lo cual le pido revise los medios del mes de diciembre y las propias páginas de El Universal, para corroborarlo), y ni siquiera ante la presión de las víctimas, porque ellas nunca pidieron eso. Fue decisión tomada por la Presidenta en ejercicio de sus facultades y en atención a nuestras normas internas. Y sobre los dichos que refiere de “personal de la CNDH”, insisto, ya solicité su investigación, por lo que si Sandra Romandía tiene pruebas, es de esperarse las aporte.
5.- En efecto los derechos humanos no dependen “del humor, filias o fobias de un funcionario”, y aseguro que no es el caso de un servidor. En la CNDH, hoy, impera la legalidad, la ética y el compromiso con las víctimas. Ya es demasiado tiempo de recibir ataques y calumnias, sólo por hacer mi trabajo. Por eso, junto con la petición de investigación de los hechos al OIC, le he presentado a la Presidenta mi renuncia, a efecto de que se valore si mi permanencia en el cargo le hace más mal que bien a la Comisión, pues llegué ahí para defender al pueblo, no para defenderme a mí mismo. Y si de eso se trata, mejor me voy.
Respuesta de la columnista
Me permito aclarar que esta columna se escribió después de revisar expedientes, consultar varias fuentes dentro de la comisión, aparte de recopilar testimonios de víctimas y tener acceso a una grabación en la que se revela la forma de operar. La hipótesis que confirmo y verifico está basada en metodología del periodismo de investigación, por lo que no tengo duda de la veracidad de las afirmaciones tanto de víctimas como de empleados.