Hartas de la indiferencia del gobierno ante casos de violencia como losde Ingrid Escamilla y la menor Fátima, el 8 de marzo de 2020, una oleada de manifestaciones detonadas desde el 12 de agosto de 2019 azotaron varias capitales del país para llamar a la acción a los gobernantes.

Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se preparan a volver a exigir justicia, pues la lucha feminista no pudo quedarse en casa. Regresarán a las calles fortalecidas, pues los delitos contra las mujeres persisten. Prevén que las protestas sean más violentas, pues existe mucha rabia en varios sectores.

Raquel Medina, del colectivo Marcha Lencha, creada en 2020 poco antes de que se desataran los contagios por Covid-19, en entrevista con EL UNIVERSAL, afirma que, sin planearlo, el confinamiento ayudó a que el movimiento se descentralizara y llegara a otros estados del país mediante las redes sociales.

“La pandemia no fue tanto un retroceso en las luchas, fue ponernos en perspectiva a cómo podíamos seguir luchando de otras maneras y esto involucró mirar que se puede luchar desde estados porque hubo muchas personas que se regresaron a sus ciudades y eso nos dio chance de ver cómo podíamos descentralizar un poco las protestas y armarlas de forma digital”, cuenta.

Recuerda que en 2020 las mujeres salieron a las calles llenas de rabia tras los feminicidios de Ingrid y Fátima. Prevé que probablemente este año las protestas sean más violentas, pues hay mucha rabia contenida que no ha sido atendida por las autoridades.

“Creo que la violencia de género se ha pronunciado más en los últimos meses y por eso tengo compañeras que no saben si se van a animar a asistir. Nosotras vamos a generar un espacio seguro para todas y todes con acuerpamiento para personas trans y otras disidencias que han sido objeto de ataques”, dice.

Yanely Fuentes, del Colectivo Libertad ¡Zapata vive!, se convirtió en su vocera en febrero de 2020 cuando su líder fue detenida al manifestarse por el supuesto delito de ataques a las vías de comunicación. En entrevista, relata cómo fue la llegada a la capital de este grupo que desde entonces pelea por los derechos de las presas políticas.

“Formamos parte de la brillantada en agosto de 2019 porque precedió a los grandes errores de un fiscal que terminaron en la difusión del feminicidio de Ingrid. Asistimos desde Guerrero con nuestras Volkswagen que por error fueron pintadas por las compañeras que se manifestaron en la glorieta [de Insurgentes], pero no nos detuvimos” narra.

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Dice que el único movimiento que no se paralizó por la pandemia fue el feminismo, pues aunque fueran pocas salieron a pelear por situaciones que las pusieron en peligro durante el confinamiento, ya que muchos de sus derechos fueron aplastados al mantener la vista en otros temas que aquejaban al país.

Carla Torres fundó el Colectivo Libres y Combativas en 2019, cuando buscaba justicia para una compañera que fue violada. Formaron parte de las luchas de finales de ese año organizando, con otras mujeres, las movilizaciones centrales que se llevaron a cabo en la Ciudad de México.

“Nuestra lucha empezó con la campaña #NoEstásSola tras la mala acción de la fiscalía contra de crímenes de género. Participamos en la coordinación del 8M en 2020. Nuestro objetivo era llevar a cabo una huelga general de mujeres que más tarde se materializó en el paro del 9M, donde no estuvimos de acuerdo con guardar silencio y decidimos tomar el Hemiciclo a Juárez”, narra.

Subraya que el movimiento feminista nunca “se pudo quedar en casa” porque el papel de la mujer en la pandemia fue muy duro cuando muchas se quedaron encerradas con sus agresores. Otras, a cargo de los niños que no podían asistir a la escuela; unas más, cuidando a sus enfermos o sin trabajo. Esto las hizo continuar sus actividades para exigir mejores condiciones de vida.

“Las mujeres siempre hemos jugado un papel importante en las luchas sociales y en esta coyuntura de crisis sanitaria, económica y política no debemos a estar al margen. Llenarnos de confianza para continuar rompiendo roles y esquemas, no quedarnos en nuestras casas... Creo que este 8 de marzo es la fecha indicada para continuar”, asevera.

Deyanira Morales, estudiante de Maestría en Estudios de la Mujer en la UAM Xochimilco, lleva más de siete años involucrada en temas feministas.

La violencia hacia las mujeres ha existido siempre, ha sido aprendida y replicada a través de generaciones y es poco después de que los homicidios de mujeres en el norte de país comienzan a ser llamados feminicidios que da inicio la lucha no sólo por justicia para las víctimas, sino para que cesen esos crímenes, se hagan valer los derechos humanos y las mujeres tengan una vida digna y sin miedo; sin embargo, parece que la situación lejos de detenerse, aumenta año con año.

Desde 2017, después de casos de feminicidio como el de Lesvy, Ingrid y Abril, entre otros, la comunidad feminista en México, creció debido al hartazgo de miles de mujeres que decidieron tomar las calles y espacios públicos, y hacerse presentes en redes sociales con movimientos como el #metoo o el #SiMeMatan. En 2019, una serie de protestas se volvieron emblemáticas por la forma en que exigieron justicia. En este contexto, el número de mujeres que se reunían a pedir alto a la violencia de género fue incrementó hasta llegar a 100 mil manifestantes en la Revolución de las jacarandas, última marcha antes del confinamiento.

Para Deyanira Morales, la pandemia no paró el movimiento, transformó la forma de manifestarse. Señala que el confinamiento sacó a relucir violencias que siempre ha habido como la doméstica o el abuso sexual, pero también la creatividad de las feministas.

“El movimiento no paró, las feministas utilizaron las redes sociales y la creatividad hizo presencia con un 8M 2021 digital, con hashtags masivos o con audios desde sus casas”.

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