Karla, de 13 años, vivió el golpe más fuerte de su vida en diciembre de 2020. Su madre, de apenas 40, falleció por y dejó en la orfandad a ella y a dos hermanos más pequeños. La estudiante de secundaria apenas se está reponiendo emocionalmente de la pérdida.

Ella estudia en una secundaria pública de Tijuana y dejó de asistir a sus clases virtuales después de la muerte de su madre. “Estaba muy mal, deprimida, se rapó la mitad de su cabello y la otra mitad se la pintó de verde”.

Forma parte de los 131 mil menores mexicanos que entre el 1 de marzo de 2020 y el 30 de abril de 2021 perdieron, por lo menos, a uno de sus cuidadores principales [padre, madre o abuelos tutores], de acuerdo a un estudio de la Revista The Lancet, lo que coloca a México en el primer lugar mundial con huérfanos por la pandemia de Covid-19.

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La profesora Perla González supo de la situación de la menor cuando se dio cuenta de que no se estaba conectando a sus clases vía computadora. “Karla era una de las mejores alumnas, con calificaciones de 9 y 10. De repente nos empezamos a dar cuenta que empezó a faltar y sacar malas notas.

“No sabíamos por qué. Fue hasta que su papá me buscó para que le diera una constancia de estudios y me platicó de la muerte de su esposa y de la situación en la que se encontraba Karla”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.

“Me contó que Karla estaba devastada, no quería estudiar, no quería conectarse a clases ni saber nada de la escuela”, recuerda.

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Resalta que se reunió con su padre y le contó que su esposa se infectó de Covid a mediados de diciembre y en 15 días falleció, a pesar de que no tenía comorbilidades y era joven.

Los hermanos de Karla tienen 10 y ocho años. Ellos estuvieron a cargo de cuidarla en su casa en el peor momento de su depresión, porque su padre no pudo dejar de trabajar. “Ella sigue en terapia con un sicólogo. Ha sido muy difícil para ella y para sus hermanos. Me dice que no entiende cómo tan rápido el Covid mató a su madre”.