Por JULIO ESCANDÓN
En los últimos meses la conversación en torno al Nearshoring ha crecido en discusión, popularidad y disyuntivas, esto en medio de la promesa y cada vez mayores evidencias, de que las empresas están relocalizando sus cadenas de producción con el objetivo de reducir tiempos y costos hacia sus mercados objetivo.
Con poco más de tres décadas atendiendo este sector, tengo claro que el comercio internacional ha experimentado cambios significativos con los años, siendo este último el más significativo y atípico por su origen, debido a que logró poner en jaque al sistema logístico internacional.
La pandemia del Covid-19 hizo que se replanteara el modelo logístico de operación global de muchas empresas, sobre todo las que establecieron fábricas en Asia, haciendo que la relocalización de operaciones surja como un estrategia prometedora que implica externalizar actividades a países cercanos geográficamente de los mercados estratégicos.
En medio de esta oportunidad los países latinoamericanos, por ejemplo, están emergiendo como destinos atractivos debido a su proximidad geográfica con el principal consumidor del mundo y su fuerza laboral capacitada.
Por nuestra ubicación geográfica privilegiada, sólida economía, mano de obra calificada y proximidad con Estados Unidos, México tiene un alto potencial para aprovechar esta gran oportunidad, que no es más que la consecuencia de la apertura que ha venido experimentado el país hacia la inversión desde hace dos décadas a través de distintos tratados, bien es cierto que hay que cultivar antes de cosechar.
Nuestro pronóstico dice que México alcanzaría un nivel de inversión extranjera directa anual de entre 55 y 60 mil millones de dólares durante los siguientes 3 a 5 años si se aprovechan las oportunidades de esta tendencia. En ese sentido, nuestro país tiene que adaptarse y mostrarse atractivo para que las empresas traigan esa inversión y nosotros, en el sector financiero, también saber aprovechar esas oportunidades.
En el caso particular de nuestro sector, los servicios financieros, como la banca y los seguros, como sector crucial en cualquier economía, estamos viendo beneficios significativos al atender los flujos de los interesados en el Nearshoring.
Estas empresas a menudo enfrentan la necesidad de gestionar grandes volúmenes de datos, cumplir con regulaciones complejas y brindar un servicio al cliente excepcional. Al externalizar ciertas funciones a países nearshore, se pueden concentrar en sus actividades centrales y mejorar su eficiencia operativa.
Una de las áreas que más pueden aprovecharse es la gestión de riesgos, su análisis y la evaluación de carteras a expertos en países nearshore. Esto no solo permite acceder a una amplia base de conocimientos y experiencia en riesgos, sino que también les permite reducir los costos asociados con la contratación y la capacitación de personal interno altamente especializado.
Sin embargo, no todo es tan fácil debido a que también enfrentamos desafíos particulares, los más inmediatos, la seguridad y la confidencialidad son aspectos críticos en este sector, y es fundamental asegurarse de que los proveedores nearshore cumplan con los más altos estándares de seguridad de datos y protección de la propiedad intelectual. Esto implica establecer acuerdos de confidencialidad sólidos y garantizar la conformidad con las regulaciones pertinentes.
Aunque el nearshoring ofrece numerosas ventajas, también presenta desafíos que las empresas deben abordar para garantizar el éxito de su estrategia. Las barreras lingüísticas y culturales pueden dificultar la comunicación y la colaboración efectiva.
En ese sentido hay que atraer al mejor talento, seguir ofreciendo las mejores soluciones para estos clientes y evolucionar y lograr una profunda transformación digital.
La respuesta está en invertir en programas de capacitación y promover la diversidad para superar estas barreras, establecer sistemas de comunicación efectivos y utilizar herramientas tecnológicas puede facilitar derribar cualquier barrera.
Director general de Grupo Financiero BASE.