Joven en el Parque Jurásico que es el PRI después de 2018, Alejandro Moreno Cárdenas recorre el escenario del festejo del 91 aniversario del partido que preside y va de un lado a otro, y casi al centro trompica pero no cae, domina la gravedad y va a abrazar a más congregados.

El auditorio principal de la sede priista lleva el nombre del fundador, Plutarco Elías Calles, quien extinguió a los caudillos y puso en marcha eso que se llamó revolución institucional. ¿Cómo? Así, a la mexicana.

Hoy el PRI es tercer lugar electoral y en el Congreso de la Unión, y campeón de los males que aquejan al país, mas esta noche, aquí, Alejandro Moreno Cárdenas, dice que el gobierno federal lleva 14 meses echándole la culpa a su partido, al que usa de tapadera de sus ineficacias.

La sede nacional del PRI ocupa una gran manzana, en Insurgentes Norte, y es un conjunto de edificios, un gran estacionamiento, dos auditorios. Sobra espacio para quien venga y falta ruido, que no lleva el mariachi ni la tambora que ayudan a que este festejo sea apenas una fiestecita.

Algo abunda: la alegría de los veteranos del lugar, de los leales, gente que le tiene amor a su partido. Pocos, pero aquí están. Mueven algunas matracas, ese artefacto que fue el son de guerra de la maquinaria más poderosa que hubo en el siglo XX mexicano.

La noche es de definiciones. Habla Beatriz Paredes, senadora tlaxcaltexca, campeona de oratoria de El Gran Diario de México, en los 70, y acusa que “Morena nos desplazó del poder federal y pretende vaciarnos de contenido ideológico, dejarnos en cascarón”.

Lo que ocurre en el país, dice, es con el propósito de una restauración atemporal de un caudillismo que ya no tiene espacio, y señala que los priistas tienen vocación de Estado y poder.

Presentes, la secretaria general, Carolina Viggiano; los líderes de sectores Carlos Aceves del Olmo e Ismael Hernández Deras; los coorinadores parlamentarios, de los senadores, Miguel Ángel Osorio Chong, y de los diputados, René Juárez. De la antigua gran formación de gobernadores, que llegaron a formar parte de desfile de vanidades, al PRI le quedan 12 y vinieron ocho, que juntos parecen muégano.

El auditorio está ocupado por gente con cartelitos de identificación sectorial, pero en este jarrito todo cabe, no como antes, que ruido y gente sobraban afuera. ¿Será por eso que hay rostros como de melancolía?

La derrota deja marca y la de 2018 es profunda. De los errores algo hablan la senadora Beatriz Paredes, expresidenta del partido, y el joven jerarca de los dinosaurios, Moreno Cárdenas.

Aquí están otros seis expresidentes del PRI, José Antonio González Fernández, Adolfo Lugo, Jorge de la Vega, César Camacho, Humberto Roque y Enrique Ochoa. También el exsenador Emilio Gamboa y el ex líder cenecista Augusto Gómez Villanueva.

Renacer, dice la senadora Paredes Rangel, puede hacerlo el PRI, y buscarán cómo lograrlo en una asamblea nacional a realizar en agosto próximo.

Habrá que ver si lo de 2018 fue tropiezo o caída.

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