.— Un mes después de haber arrancado la tan anunciada contraofensiva, las brigadas ucranianas, reforzadas con logística, armamento y adiestramiento de países miembros de la OTAN, han recuperado nueve asentamientos y más de 158.4 kilómetros cuadrados en el sur del país.

La última localidad en regresar a manos de Kiev fue Rivnopil, cerca de la frontera administrativa entre las provincias de Donetsk y Zaporiyia, informó el 26 de junio la viceministra ucraniana de Defensa, Hanna Malyar.

Los modestos avances contra el ejército ruso, mostrados por los mapas de geolocalización, no son más que el “anticipo” de una ofensiva mucho mayor, declaró Oleksiy Reznikov, ministro de Defensa ucraniano, al Financial Times.

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Puede que tenga razón Reznikov. De acuerdo con el teniente retirado Ben Hodges, quien fuera Comandante General del Ejército de Estados Unidos en Europa, el gran asalto ucraniano estaría por venir.

En un análisis publicado por el Center for European Policy Analysis (CEPA) con sede en Washington, estima que el ataque principal involucrará a dos o tres brigadas equipadas con tanques y entre 500 y 750 blindados. La operación se concentrará en un pequeño frente, aunque es igualmente cierto que los lentos avances mostrados en el frente de batalla responden a otros factores que van más allá de lo anticipado por Reznikov, sostienen analistas consultados por EL UNIVERSAL.

“Toda contraofensiva es muy difícil, implica un alto costo humano y de equipo. Hay que recordar el arribo de los aliados a las playas de Normandía en la Segunda Guerra Mundial”, advierte a este diario Bruno Lété, investigador del German Marshall Fund of the United States con sede en Bruselas.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, con su esposa Olena, a su llegada a Vilna para la cumbre de la OTAN. Foto: Odd Andersen / AFP
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, con su esposa Olena, a su llegada a Vilna para la cumbre de la OTAN. Foto: Odd Andersen / AFP

Enemigo bien posicionado

“Los ucranianos enfrentan dos problemas principales, uno de ellos es que los rusos están bien preparados para enfrentar la contraofensiva, las líneas de defensa son fuertes, posiblemente más de lo que pensamos. La posición rusa es sólida”.

El Ejército ruso aprendió de los errores cometidos en su fallido intento por conquistar Kiev al inicio de las hostilidades el año pasado. El Institute for the Study of War estimó los rusos habían arrebatado el equivalente a 18% del territorio ucraniano durante la ofensiva a gran escala en febrero de 2022, pero devolvieron prácticamente sin objeción alrededor de un tercio por fallas estratégicas.

“Los rusos se han venido adaptando, han venido aprendiendo, han cambiado su modus operandi, tienen más control del espacio electromagnético, no han caído en las provocaciones de los ucranianos“, explica Tim Sweijs, director del Departamento de Investigación del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya.

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También pesa la desventaja aérea. Aun cuando la campaña desde los cielos ha sido esporádica y ha mostrado falta de cohesión, Moscú sigue siendo superior en ese renglón. Los aliados entregaron al presidente Volodimir Zelensky el armamento pesado solicitada en números que puede marcar la diferencia en el campo de batalla. Recibió tanques Leopard alemanes, estadounidenses M1 Abrams y británicos Challenger, entre otros. Estados Unidos dijo que enviará bombas de racimo, para evitar que los ucranianos se queden sin munición.

Moscú tiene con qué responder al arsenal de Occidente, que forma el corazón de las 12 brigadas ucranianas. Cuenta con un importante repertorio de helicópteros de combate, entre otros el Ka-52 Alligator, considerado uno de los mejores del mundo, con dispositivos de visión nocturna y misiles de precisión.

El Ministerio de Defensa del Reino Unido reportó que en los primeros ocho meses de actividades, Rusia había perdido el menos 23 unidades de su flota inicialmente compuesta por 120 helicópteros Ka-52. También prometió usar sus propias bombas de racimo.

Ucranianas con rifles falsos reciben entrenamiento en caso de un ataque ruso, en Kiev. Foto: Jae C. Hong / AP
Ucranianas con rifles falsos reciben entrenamiento en caso de un ataque ruso, en Kiev. Foto: Jae C. Hong / AP

“Ucrania enfrenta el problema de la combinación de fuerzas; es decir, las operaciones terrestres requieren del apoyo aéreo y otras capacidades. No por tener tanques de alta tecnología como el Leopard II o un tanque británico estos te pueden ayudar en la batalla, necesitas protegerlos del aire con aviones o defensas antiaéreas, y es allí donde Ucrania está batallando”, sostiene Lété. “Ucrania es fuerte por tierra, pero no por el aire, y en tanto esta posición no esté cubierta, el contrataque será difícil”.

Igualmente inquieta a los generales que los espacios ganados terminen convirtiéndose en “zonas de muerte”. A diferencia de Rusia, Kiev no tiene misiles de largo alcance. Los sistemas transferidos, el británico Storm Shadow y el estadounidense Himars, tienen un rango máximo de 290 kilómetros. Además de misiles, las tropas ucranianas podrían verse atrapadas entre obuses, morteros, helicópteros y drones.

Zelensky ha solicitado aviones de combate y proyectiles de mayor alcance. A la fecha, es una línea roja que los aliados no han querido traspasar ante el temor de una escalada del conflicto, ya que daría al ejército ucraniano capacidad para golpear blancos al interior del territorio ruso.

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Otro elemento que ha trastocado los planes de avance es la destrucción de la presa de Kajovka, en el río Dniéper, a principios de junio y descrita por Kiev como “crimen de ecocidio”, así como la diseminación de minas en una extensión de 200 mil kilómetros cuadrados.

Pero ante todo ha influido el hecho de que se han invertido los papeles. Muchas de las ventajas que tenían los ucranianos al principio ahora favorecen a los rusos. Ahora ellos esperan, aunque el presidente Vladimir Putin prefiere referirse al status quo como “una pausa de descanso”.

“Los rusos se han venido preparando desde hace tiempo, minaron el país, construyeron barricadas, trincheras y resguardaron mejor sus fuerzas. Ahora defienden y la defensiva es más fácil que la ofensiva”, afirma Sweijs.

Cinco semanas después de la anticipada contraofensiva es evidente que los estrategas militares no se dejarán llevar por la impaciencia de los medios de comunicación por presentar a ganadores y perdedores. El éxito de la contraofensiva ucraniana no dependerá de los cambios cotidianos en el control de asentamientos, sino de la capacidad de “convencer al Kremlin de que, aunque sea por etapas, la derrota es inevitable”, afirma Jack Watling del think tank británico RUSI.

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