San Francisco.— El juez federal de Estados Unidos Thomas S. Hixson ordenó ayer que el expresidente de Perú Alejandro Toledo (2001-2006) permanezca detenido hasta que se decida sobre su posible extradición, al considerar que existe “riesgo de fuga”.

“Sería un fracaso diplomático significativo para Estados Unidos que Toledo se escape”, indicó el magistrado en relación con el exmandatario, acusado de haber recibido hasta 35 millones de dólares de Odebrecht a cambio de favorecer a la constructora brasileña en sus negocios en Perú cuando él aún era presidente.

El juez también fijó la próxima audiencia para el 26 de julio, en la que previsiblemente el político peruano contará con un nuevo abogado, porque el que le representó en la audiencia de este martes, Joseph Russoniello, no seguirá con el caso. Pese a que en la audiencia lo único que se decidía era si Toledo salía en libertad bajo fianza o no, Russoniello, que no quiso hacer declaraciones a los medios, fue un paso más allá y argumentó que debería rechazarse su extradición a Perú, porque ahí sería discriminado por su condición de indígena.

En la audiencia celebrada en los juzgados de San Francisco, el defensor alegó motivos tanto políticos como raciales para indicar que, a su parecer, Toledo no tendría un juicio justo en Perú, y dijo que éste no pretendía fugarse de EU pese a que en el momento de su arresto las autoridades le hallaron un maletín con 40 mil dólares en efectivo.

El exmandatario, que se encuentra detenido desde el pasado martes, se presentó ante el juez Hixson del Distrito Norte de California, una audiencia a la que acudió como miembro del público su esposa Eliane Karp sobre la que también se tramita una orden de extradición, aunque por el momento no ha sido arrestada.

Toledo está acusado de haber recibido 35 millones de dólares de Odebrecht a cambio de favorecer a la empresa brasileña en sus negocios en Perú durante su presidencia, y ha pasado los últimos dos años prófugo de la justicia peruana en Estados Unidos, donde reside en la localidad de Menlo Park, California, cerca de San Francisco.

Toledo siempre ha defendido que las acusaciones en su contra son una mentira, fruto de la “persecución política” que sufre por parte de sus “enemigos.

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