Madrid.— AGV es una mujer de 43 años cuya vida se ha deteriorado hasta niveles insoportables: está tetrapléjica, con fuertes dolores y se halla postrada en una cama sin posibilidades de moverse, motivos por los cuales ha solicitado que le sea aplicada la , a pesar de la oposición de su familia que no comparte su decisión de morir por voluntad propia.

“Fui tomando conciencia de que quería morir dignamente desde que empecé a tener dolor neuropático por todo el cuerpo, incapacitante e intolerante. Me duele todo, menos la cara, porque ya no hay calmantes que me sirvan”, señala a EL UNIVERSAL esta mujer que vive con sus padres en Madrid y que quiere preservar el anonimato.

Al sufrimiento cotidiano, hay que agregar el hecho de que la mujer afronta sin el respaldo de los suyos su decisión de morir dignamente.

“Ninguno de mis familiares me apoyan. Mi hermana dice que no lo entiende, pero que se hará lo que yo quiera. Mis padres no lo admiten, directamente. Yo lo lamento y espero que recapaciten, pero si no lo hacen, igual lo tendré que llevar a cabo. No concibo una vida con tanto dolor. Para mí esto no es vida, no puedo más, ya he aguantado mucho tiempo”, relata.

En el momento del accidente que la marcó de por vida, AGV era auxiliar veterinaria. Trabajaba y estudiaba. Pero después llegaron los dolores intensos y, con ellos, las equivocaciones de los médicos, repetitivas.

“Hubo mucha negligencia médica que, entre otras cosas, provocó que me surgiera un dolor neuropático y que se me extendiera por todo el cuerpo a partir de la lesión medular”, indica. Las lesiones iniciales se fueron agravando, ya que al principio AGV no tenía tantos dolores y podía estudiar de manera presencial y salir con sus amigos. Hacía una vida más o menos normal dentro de sus limitaciones, según reconoce. “Más tarde tuve un derrame cerebral y ahora no puedo hacer nada. Creo que me pesa más el dolor físico, pero también el síquico, sobre todo por las personas que voy a dejar aquí”, refiere AGV, a quien le cuesta pronunciar algunas palabras correctamente, a pesar de su lucidez.

La asociación española por el Derecho a Morir Dignamente (DMD) se está encargando de los trámites que la mujer tiene que cumplimentar para acceder a la eutanasia, pero todavía no hay fecha. “Hay mucha burocracia, mucho papeleo y en la Comunidad de Madrid y en el resto de España existe todavía resistencia y mucha ignorancia al respecto”, concluye.

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