San José.— ¿Asesinato o ?

Como práctica milenaria que provoca miedo, rechazo, compasión, valentía, aceptación o resignación, la eutanasia genera posiciones a favor o en contra.

De un lado, una postura católica repudió esa vía.

De otro, una actitud liberal la apoyó. “La muerte digna y lo que ocurre en el fin de la vida es un asunto que debe ser abordado desde el lente de los derechos humanos”, alegó el abogado colombiano Lucas Correa, máster en Derecho Internacional y Derechos Humanos de la (no estatal) American University de Washington, y director de investigaciones del (no estatal) Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Colombia. “Con independencia de las creencias de cada persona, pensamos que este momento vital y el proceso en torno a él debe garantizar la dignidad, la autonomía de la voluntad, debe ser protegido del dolor y del sufrimiento que cada uno considera indigno e incompatible con su existencia”, alegó.

La Corte Constitucional de Colombia despenalizó la eutanasia en 1997. Como primer país latinoamericano y caribeño, el gobierno colombiano la reglamentó en 2015. Estrictamente condicionada a enfermedad terminal con pronóstico mortal próximo de seis meses, la práctica sumó 157 de 2015 a agosto de 2021 en el país.

La polémica

La eutanasia en América es legal en Colombia y Canadá e ilegal en Brasil, Ecuador, Cuba, Perú y México.

EU, Argentina, Uruguay, Chile y en parte de México, entre otros países del área, usan el método pasivo legal: rechazar tratamientos para alargar la vida. Un fallo judicial de Perú autorizó en febrero anterior a la peruana Ana Estrada, de 45 años y víctima de polimiositis, mal inflamatorio, crónico y degenerativo, a una muerte asistida sin castigo penal. El “homicidio piadoso” en Perú impone hasta tres años de cárcel a las personas involucradas.

“Legalizar la eutanasia pareciera suponer el beneficio de algunos. Sin embargo, representa un riesgo para la mayoría de la población porque (…) podría darse por intereses de terceros. Se perdería la confianza depositada por el paciente a su médico”, dijo Jiménez a EL UNIVERSAL.

“El acto eutanásico es médico. Procede de la voluntad con conocimiento del fin del médico y los médicos están para aliviar el dolor y preservar vidas”, recalcó. “Toda vida merece ser vivida hasta su muerte natural”, insistió.

Correa planteó que la muerte digna es “el derecho a no prolongar artificialmente la vida” y que “el momento de la urgencia médica es el peor momento para preguntarse sobre el fin de la vida y tomar decisiones sobre la muerte digna”. Es necesario “conocer, educar y difundir el derecho a morir dignamente, particularmente entre personas jóvenes, saludables y, aparentemente, con mucho tiempo de vida por delante”, sugirió.

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