El 13 de agosto las primarias en Argentina arrojaron un resultado sorpresivo que encendió las alertas: el triunfo de un candidato disruptivo, ultraderechista, con más imagen de rockero que de político y un lema: .

El discurso anticasta de Javier Milei, conocido como El Loco desde joven, o más recientemente como El Peluca, por su estilo desaliñado, su crítica abierta al gobierno peronista que dejó a Argentina sumida con una inflación superior a 140%, caló hondo entre los argentinos, hartos de la misma clase política, de la desigualdad, de la pobreza.

La campaña desde el oficialismo centrada en activar el miedo de los argentinos hacia las propuestas radicales de Milei: liquidar el Banco Central, recortar ministerios al mínimo —incluyendo acabar con el de Cultura, o el de Educación, para fundirlos en otros—, libre portación de armas, venta de órganos humanos, no fue suficiente para calmar el enojo, que buscaba un cambio y lo encontró en Milei.

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Con el apoyo del expresidente Mauricio Macri, y de su exrival en la primera vuelta, Patricia Bullrich, Milei arrasó en las presidenciales de noviembre y el 10 de diciembre asumió como presidente de Argentina para un periodo de cuatro años.

Economista, polémico, Milei pretende llevar la privatización a sus últimas consecuencias. Apenas este miércoles anunció un decreto por el que desmontó más de 300 regulaciones sobre diversas actividades económicas, de la renta de viviendas al turismo, pasando por el futbol.

Expertos advirtieron que Milei en la presidencia era lo más parecido a un salto al vacío, y hay muchas dudas sobre lo que podrá llevar a cabo, con un Congreso que no le es afín.

Por ahora, Milei está cumpliendo lo que prometió: acabar con la “intromisión” del Estado y liberalizar la economía. Desde el momento en que asumió, dejó en claro que a los argentinos aún les queda un buen tramo por sufrir antes de que las cosas mejoren.

Para algunos expertos, los cambios que pretende aplicar Milei no tendrán, al menos en el corto plazo, un efecto positivo. “Los sectores son realmente numerosos. El efecto concreto es la liberalización de precios en algunos, como la medicina prepaga y las obras sociales. Desde un punto de vista macro, una consecuencia de corto plazo es que se acelera la inflación”, señaló a La Nación Juan Ignacio Paolicchi, economista de la consultora Empiria.

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Milei ha dicho ser consciente de que los beneficios de sus decisiones serán a largo plazo y ha reconocido que podrían pasar dos años, de los cuatro de su gobierno, antes de que se empiecen a ver los resultados. Pero la situación de los argentinos lleva ya tantos años en calidad de desesperada que la gran pregunta es cuánto resistirán. Por lo pronto, la primera gran protesta contra Milei, el miércoles, fue mucho más débil de lo que se esperaba, en gran medida por las advertencias del gobierno de “el que corta, no cobra”. O, en otras palabras, quien bloquee calles dejará de recibir beneficios sociales.

La afinidad de Milei con figuras como el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y el estadounidense Donald Trump generan cuestionamientos. En este 2024 que está por comenzar se definirá si hay, como ha amenazado, un rompimiento con el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva, o con la Colombia de Gustavo Petro. Sus declaraciones de tiempo atrás no auguran tampoco una relación sencilla con el México de Andrés Manuel López Obrador, que antes tenía en Alberto Fernández un gran aliado. Milei ya adelantó que no habrá embajadores en Cuba, Nicaragua o Venezuela, dejando en claro su enemistad declarada con la izquierda regional.

La llegada de Milei puede cambiar la ecuación en América Latina, desatar más divisiones. Para muchos, Milei llegó a la presidencia Argentina con la misma fórmula que Trump, en Estados Unidos: la de mostrarse como un outsider, ajeno a los políticos de siempre, aprovechando el desencanto ciudadano, y se convirtió en un fenómeno cuyas consecuencias aún están por verse.

El avance de la derecha

Su triunfo representó también el avance de la derecha en un país con décadas de peronismo, pero también de avances en temas como el derecho a la interrupción del embarazo que activistas temen estarán en peligro con la llegada de Milei a la Casa Rosada. También representa un nuevo impulso para una derecha que, poco a poco, pero a paso firme, avanza en el mundo. Baste señalar el ejemplo de Geert Wilders en Países Bajos.

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Es aún muy pronto para saber cómo llevará Milei el gobierno y si se dejará llevar por la influencia de Macri, o si dominará más su gente, incluyendo a su hermana Karina, quien no sólo definió su look de rebelde, sino que ha sido factor clave en cada una de sus decisiones y anuncios de campaña.

Sus propuestas para dolarizar el país traen ecos del gobierno del gobierno de Carlos Menem y el temor de que el experimento Milei termine tan desastrosamente como el de Menem en su momento, que desató una crisis económica y social.

Por ahora, los argentinos mantienen una luna de miel con Milei, pero ya con algunos cuestionamientos de parte de sectores como las Madres de la Plaza de Mayo. Cómo responderá Milei a las protestas es otra de las grandes interrogantes que se resolverá en los próximos meses.

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