San José.- Marianita Gómez Salguera tiene cinco años, siete meses y ocho días de edad con 20 cirugías en el cerebro y una en el fémur izquierdo y, con su madre, María Eugenia, de 37, su padre, Máximo, de 39, y su hermana, María Luisa, de 2, forja una emblemática familia venezolana que enfrenta la aguda escasez y el acelerado encarecimiento de las medicinas en Venezuela.

Al nacer el 11 de agosto de 2017 en el occidental estado venezolano de Barinas, Marianita sufrió un accidente cerebrovascular o derrame y una infección grave y ahora padece hidrocefalia, parálisis cerebral izquierda, epilepsia, dificultades óseas y daño neurológico, entre otras complicaciones.

“Me aferré a la vida”, tuiteó en una cuenta en la que, a diario, con su rostro y los mensajes que escriben a su nombre, sus progenitores claman por ayuda urgente para pagar miles de dólares en medicamentos , válvulas y otros insumos.

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Las colectas bancarias surtieron efecto y la familia logró, casi siempre, cubrir los gastos: esa vía es el soporte financiero en un país con un salario mensual mínimo de 130 bolívares, unos cinco dólares.

El problema se agravó en un país en el que, al menos desde 2014, se ahondó la carencia de medicinas, alimentos y bienes básicos y de la que el gobierno izquierdista venezolano culpó a las sanciones que Estados Unidos le impuso en 2014 y 2017. Washington culpó a Caracas de romper el orden constitucional y violar los derechos humanos.

“Si las medicinas se consiguen en Venezuela, son carísimas”, narró la madre a EL UNIVERSAL.

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Marianita está en pubertad precoz, con menstruación y le crecen los senos y el vello público. Una ampolla para contener ese proceso cuesta 200 dólares… cada 21 días.

Un jarabe para la epilepsia vale 30 dólares por frasco cada tres días. Varias operaciones cerebrales costaron hasta 4 mil dólares. Cuando aprendió a caminar a los 3 años… se cayó y se le debió operar el fémur izquierdo.

“Marianita habla bien, razona y entiende. La tenemos en pre—escolar privado donde, sin ser una escuela especial que no podemos pagar, la atienden, la cuidan si se tropieza y convive con normalidad con sus compañeros. Tiene problema motriz, choca con paredes… pero estamos seguros: Dios quiere que va a crecer con normalidad. Ella es nuestra vida”, confió la madre.

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