Madrid.— Los mariachis en se han quedado prácticamente afónicos debido a las restricciones impuestas por la pandemia que, desde su arribo al país, ha ido secuestrando los espectáculos en los que se presentaban hasta dejarlos sin público.

La prohibición de conciertos, el cierre de bares y restaurantes y las limitación es de movilidad y aforos ante los riesgos de contagio en uno de los países europeos más afectados por el coronavirus, los ha golpeado progresivamente para reducir su actividad artística a la mínima expresión.

Como en el resto del mundo, los mariachis cuentan en España con un buen cartel, por lo que son solicitados con frecuencia para amenizar con su música todo tipo de festejos o serenatas, además de actuar en eventos empresariales o culturales, organizados por instituciones como la Casa de México en Madrid.

Pero la llegada del Covid-19 hizo volar por los aires su rutina laboral y, al igual que otros artistas, los mariachis se encuentran ahora sin recursos y añorando la presencia de su auditorio.

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Con la agenda mermada, resisten como pueden la sequía de actuaciones provocada por el coronavirus. La mayoría de ellos, tirando de sus ahorros, ampliando sus estudios musicales o haciendo trabajos alternos que les permitan subsistir a la espera de que las cosas mejoren y puedan volver a entonar las canciones de Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís, Antonio Aguilar o Vicente Fernández, que son algunas de las más solicitadas por los españoles.

“La situación está muy complicada, porque con el miedo y las restricciones que hay no se puede tocar en los lugares donde habitualmente lo hacíamos. La pandemia vino a reventar todo el mercado. Estamos gastándonos nuestros ahorritos y aprovechando la pausa para hacer arreglos musicales y otros trabajos alternativos, además de estudiar lo que nos motiva. Pero, sobre todo, echándole ganas”, cuenta a EL UNIVERSAL Roberto Godoy, integrante y representante del Mariachi Charros de Jalisco.

“Por lo general, tocábamos en restaurantes mexicanos en Madrid y sus alrededores unas tres veces por semana. También actuábamos en ferias y en eventos de todo tipo organizados por ayuntamientos y otras instituciones. Pero eso ya no se lleva. No lo podemos hacer debido a los problemas sanitarios”, lamenta el mariachi que lleva 25 años residiendo en España.

Cuando tienen la oportunidad, actúan en algunos locales con un grupo más reducido, de tres a cuatro personas como máximo y guardando todas las medidas de seguridad. También recurren de vez en cuando a internet, para presentarse de manera virtual; aunque son las excepciones.

Godoy nació en Guatemala; pero su padre es mexicano quien, además del violín, toca otros instrumentos. Él siempre tuvo su grupo de mariachis, tradicional, sin trompetas. Fue su progenitor quien le transmitió a Roberto la pasión por la música y el mundo de los charros.

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Charro desde los 10 años

“En casa y con la familia fue como empezamos mi hermano y yo, que somos los que nos dedicamos a la música de mariachi. Yo soy charro desde los diez años, porque somos de familia de mariachis. Y de ahí viene el amor a esta música. Formé el grupo en España porque decidí lanzarme y vi que hacía falta acá un poco de alegría mexicana”, evoca el integrante del Mariachi Charros de Jalisco.

Los mexicanos que integran los mariachis en España constituyen paradójicamente una minoría, ya que estos grupos están compuestos sobre todo por músicos y cantantes de otros países latinoamericanos, desde Perú hasta Guatemala.

“En Madrid puede haber unos cinco o seis grupos de mariachi. No hay ningún mariachi completo de mexicanos. Falta trabajo para la música de este tipo. Algunos, por amor a España, nos hemos quedado acá, pero otros profesionales decidieron irse. Como mi hermano, que estuvo dos años en España, vio el panorama, y mejor se fue para Estados Unidos, donde acompaña a artistas importantes”, asegura el músico, luego de subrayar que no están recibiendo ningún tipo de ayuda por parte de las administraciones.

“Me gustaría saber cuándo podemos volver a la normalidad. Pero tal como pintan las cosas con la pandemia no lo veo nada claro”, concluye.

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El coronavirus ha terminado de dar la puntilla a algunos mariachis que, tras la crisis económica de 2008, se vieron obligados a tocar cada vez más en algunas de las plazas más concurridas de Madrid, como la Puerta del Sol, para dar a conocer su trabajo e intentar captar clientes para compensar la pérdida de ingresos que les estaba provocando el apagón económico.

Ahora, con el Covid-19 arreciando y el cerco a la vida social, a estos mariachis que salían a las calles de Madrid a buscar clientela, también se les ha privado de la posibilidad de promocionarse.

“Antes de la pandemia actuábamos de lunes a viernes en diferentes eventos, en varias rondas de trabajo, y también tocábamos en algunas plazas de Madrid para hacer una especie de propaganda, que la gente viera y apreciara el mariachi. Aprovechábamos la calle para repartir tarjetas de presentación y que los que estuvieran interesados pudieran contratar nuestros servicios también por esa vía”, indica por su parte el ecuatoriano Patricio Cruz, vocero del Mariachi Internacional.

“Con la llegada de la pandemia, ese ritmo de trabajo se fue reduciendo hasta quedarse en nada. Nos ha perjudicado mucho como mariachi y nos obliga a hacer otras actividades diferentes. Pero en las buenas y en las malas seguimos unidos; y estamos sobreviviendo, con muchas ganas de recuperar público, porque es nuestra esencia, nuestra vida”, recalca.

“No nos hemos planteado la alternativa de las actuaciones virtuales, porque no es lo mismo que el directo, con el que podemos hacer circular nuestro trabajo. Hemos hecho alguna que otra actuación virtual, pero no nos conviene a nosotros por la situación económica. No es algo rentable”, enfatiza el portavoz del Mariachi Internacional que, como el resto de los grupos de charros en España, se encuentra arrinconado por la pandemia.