Puerto Príncipe.— En lo que fue descrito como un “ataque altamente coordinado” por parte de mercenarios “entrenados”, el presidente haitiano Jovenel Moïse fue asesinado la madrugada del miércoles, generando más caos en un país asolado por la violencia y las protestas.

Después de las 18:00 horas, el director general de la Policía, Léon Charles, informó que cuatro de los presuntos asesinos fueron abatidos por oficiales y otros dos fueron detenidos. Además, fueron liberados tres agentes policiales que los supuestos autores del magnicidio mantenían secuestrados. La operación se realizó en Pelerin, un exclusivo sector de mansiones donde se ubica la residencia del fallecido mandatario y que es custodiado por las fuerzas de seguridad de la Presidencia. Sólo se informó que los atacantes son extranjeros que hablan español e inglés.

El primer ministro interino saliente, Claude Joseph, confirmó el asesinato de Moïse, cuya esposa, Martine, resultó herida en el ataque y fue trasladada a Miami para su atención. Se le reportó “estable, pero en condición crítica”.

“El presidente fue asesinado en su casa por extranjeros que hablaban inglés y español”, informó Joseph sobre el asalto, ocurrido sobre la 1:00 am local. “Esta muerte no quedará impune”, advirtió en un discurso a la nación. Joseph anunció la entrada en vigor del estado de sitio, que implica cierre de fronteras. El aeropuerto fue cerrado. Aseguró que está a cargo del país y que la policía y el ejército se encargan de garantizar la seguridad de la población. De acuerdo con el embajador de Haití en Wa- shington, Bocchit Edmond, los hombres que asesinaron a Moïse mintieron y se identificaron como agentes de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por su sigla en inglés). “Tenemos un video y creemos que [los autores del crimen] son mercenarios”, indicó Edmond en conferencia de prensa virtual. Insistió en que se trató de un “ataque bien orquestado”, cometido por “profesionales”.

El Departamento de Estado de EU negó cualquier papel de la DEA en el asesinato de Moïse. “Estos informes son absolutamente falsos”, señaló en rueda de prensa el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.

Líderes internacionales condenaron el asesinato. El presidente estadounidense, Joe Biden, lo calificó de “acto atroz”, mientras que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas anunció que hoy se realizará una reunión de emergencia para evaluar la situación.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo al enterarse de la noticia que “es algo que lamentamos mucho”. El gobierno de República Dominicana, que cerró su frontera con Haití y reforzó la seguridad en la zona, también lamentó el asesinato.

El magnicidio agrava la crisis política y de seguridad que se vive en Haití, que en septiembre debe celebrar elecciones. En entrevista con la agencia Associated Press, Joseph aseguró que se llevarán a cabo. Moïse rechazó dejar el cargo el pasado 7 de febrero, afirmando que su mandato duraba hasta febrero de 2022, lo que desató la ira de la oposición. Él argumentaba que fue elegido en una votación anulada por fraude y un año después volvió a ganar las elecciones. Sin Parlamento —dado que no se realizaron las legislativas previstas en 2018—, la crisis del país se agudizó en 2020 y llevó a Moïse a gobernar por decreto, lo que avivó la desconfianza hacia su persona.

Ahora reina la incertidumbre sobre el futuro haitiano. Aunque Joseph dijo controlar la situación, él iba de salida, puesto que el lunes Moïse designó a Ariel Henry para sustituirlo. Tampoco hay un Parlamento para designar un sucesor y el presidente de la Corte Suprema, que era la otra opción, falleció por Covid-19.

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