Aprovechando el discurso que viene desde Estados Unidos, gobiernos represivos en el mundo han recrudecido sus campañas para restringir el ejercicio libre de los profesionales de la comunicación, por lo que se ve un aumento de censura.

“Como consecuencia del discurso de odio de [el presidente de EU, Donald] Trump a través de pronunciamientos públicos, pero sobre todo a través de Twitter, hay una desconsideración global del gremio y del trabajo de los periodistas”, dice a EL UNIVERSAL Emmanuel Colombié, director para América Latina de Reporteros Sin Fronteras (RSF).

La situación ha empeorado sustancialmente en América Latina, con casos alarmantes como los de Venezuela y Bolivia. “Es difícil hablar en términos generales. En algunos países la situación es positiva, como Costa Rica, Uruguay y en Colombia, en donde hay mejoras, pero la tendencia es negativa y preocupante”, explica Colombié. “Estamos presenciando un aumento de la censura por presión política e institucional”, continuó.

En los primeros ocho meses del presente año, 49 medios de comunicación suspendieron sus actividades en Venezuela como resultado de decisiones “ilegales y arbitrarias” por parte de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, instancia gubernamental encargada de las concesiones, denuncia el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) de ese país.

En México, continúa el experto de RSF, la situación sigue degradándose como resultado de una crisis de violencia e impunidad. En lo que va del año, 57 periodistas han perdido la vida en todo el mundo, 12 de ellos en México y todos a la fecha impunes, indica la Federación Internacional de Periodistas, con sede en Bruselas.

“Es cada vez más complicado trabajar en la prensa libre e independiente, aún más cuando hay que denunciar cosas que pueden incomodar a los poderes políticos, económicos y religiosos”, sostiene Colombié. “Estamos viendo la intervención de los gobiernos en las líneas editoriales de los medios con fines de censura”.

El experto señala que uno de los métodos de presión más usados por los gobiernos es el recorte de los recursos dirigidos a la publicidad oficial. “Estos fondos deberían ser distribuidos de manera justa entre los medios, pero lo vemos claramente en el caso de Bolivia, cuando un medio habla mal de las actuaciones del gobierno o el presidente, le cortan los subsidios, con lo cual tenemos periódicos que están muriendo poco a poco por falta de recursos a causa de intervenciones políticas”, afirma.

Más allá de las Américas, la fuerza represiva del Estado contra la prensa se ha intensificado en países como Hungría, Filipinas y Turquía. En éste último, el régimen del presidente Recep Tayyip Erdogan ha desencadenado una cacería de brujas que incluye otros blancos vulnerables como son los defensores de derechos humanos, los opositores y abogados.

“Estados Unidos siempre fue un modelo para la región y el mundo, pero ahora está dando un mal ejemplo para los otros gobernantes del mundo, porque todos están diciendo: ‘¡Mira cómo Trump trata a la prensa de su país!’ Así que si EU lo hace, por qué yo no”.

“Es una tendencia muy preocupante, muy negativa… algunos están aprovechando el deterioro de la relación entre la prensa y gobierno en Estados Unidos para hacer lo mismo a escala diferente y en contextos diferentes. Turquía es un buen ejemplo”.

Considera que a la prensa libre e independiente sólo le queda resistir y seguir con su trabajo de denuncia y crítica, porque en casos como el de EU nada cambiará en tanto Trump continúe en la Oficina Oval.

Igualmente es crucial la solidaridad entre el gremio y afrontar conjuntamente situaciones que convierten a la autocensura, el exilio y el abandono de la profesión periodística en alternativas de protección ante la inacción de quienes deben velar por la seguridad de los periodistas.

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