Jerusalén.— Tras la imposibilidad de Benjamin Netanyahu de formar una coalición de gobierno, el Parlamento israelí votó disolverse, lo que lleva al país a nuevas elecciones el próximo septiembre.

Minutos después de que se agotara el plazo para constituir un acuerdo de Ejecutivo, Netanyahu, primer ministro israelí en funciones, logró que la Cámara aprobara por mayoría (74 a 45) su disolución, evitando así que el presidente, Reuvén Rivlin, le asigne la tarea a otro parlamentario, previsiblemente a su principal rival: Benny Gantz.

Rivlin había avisado previamente que, de no formarse un gobierno, tendría que decidir entre asignar la tarea a otro diputado o convocar nuevamente los comicios, pero el voto de anoche deja sin efecto la voluntad presidencial e implica que los israelíes deberán, sí o sí, retornar a las urnas por segunda vez en un año, tras haberlo hecho apenas el pasado 9 de abril.

Rivlin había dicho que haría todo lo que estuviera en sus manos “para evitar que el Estado de Israel vaya a otra campaña electoral”.

Es la primera vez que se da esta situación desde la creación del Estado, que deberá afrontar grandes gastos para la organización de la elección e importantes pérdidas por un nuevo día no laborable a nivel nacional.

Días atrás, Bayan Wattad, del área del Ministerio de Finanzas que gestiona el presupuesto estatal, advirtió que una nueva elección costaría unos 475 millones de shekels (más de 130 millones de dólares), cifra para la cual no hay presupuesto dado que actualmente el Ministerio está en déficit.

“El gobierno debe escoger el origen presupuestario para afrontar el coste y este sólo podrá provenir de la reducción de la actividad gubernamental”, advirtió Wattad, informó el diario israelí Jerusalem Post.

Además, se calculó que otro día no laborable a causa de las elecciones podría generar una pérdida adicional de 2 mil millones de shekels (unos 550 millones de dólares), según una estimación publicada en el mismo periódico.

La causa del desencuentro. Los líderes del principal partido opositor, Azul y Blanco, que lidera Gantz, desde hace días insistían con que se le asignara la formación de un gobierno a otro parlamentario, se mostraron decepcionados con la votación y acusaron a Netanyahu de atentar contra la democracia.

La disputa que obstaculizó la formación de una coalición, y que ya había desencadenado la convocatoria anticipada de las últimas elecciones, gira en torno al texto de la ley de reclutamiento al servicio militar obligatorio para los judíos ultraortodoxos. La ley fue exigida por el partido Israel Nuestro Hogar, liderado por el exministro de Defensa Avigdor Lieberman, y rechazada por los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, todos ellos miembros clave de la coalición que Netanyahu trató de montar.

El premier intentó mediar entre los partidos en disputa, pero todas sus propuestas fueron rechazadas en negociaciones que se prolongaron hasta prácticamente minutos antes de llevarse a cabo la votación en el Parlamento y de expirar el plazo legal para la formación de una coalición.

“El Estado de Israel va a nuevas elecciones por la negativa del Likud de aceptar nuestra propuesta”, indicó Lieberman tras llegar al pleno del Parlamento. “Es una rendición total del Likud a los ultraortodoxos”, declaró Lieberman.

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