Bruselas.— Cada cinco años, la (UE) dedica la mayor parte de su energía a celebrar elecciones y a gestionar las consecuencias de la decisión de los votantes de los 27 países que la integran.

El ciclo se repetirá en 2024, cuando los ciudadanos acudan a las urnas para elegir a sus representantes como diputados al Parlamento Europeo, la única institución de la UE electa por sufragio universal.

Entre el 6 y 9 de junio elegirán a 720 eurodiputados, 15 más que los que integran la Eurocámara actualmente, pero a diferencia de la edición 2019 en esta ocasión la lucha por el poder político no será entre fuerzas conocidas y desconocidas, sino entre las tradicionales agrupaciones de centro-derecha y las fracciones euroescépticas y federalistas, que han dejado de ser discretas agrupaciones minoritarias para convertirse en serios contendientes.

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El bloque ultra, formado por Identidad y Democracia y el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, parte en la contienda electoral representando casi 18% del plenario de Estrasburgo.

El horóscopo de 2024 es favorable. Las encuestas de opinión proyectan a ambas fuerzas como las grandes ganadoras de la contienda electoral, aunque el avance seguirá siendo insuficiente para imponer su agenda euro-destructiva.

A pesar de que se pronostican duros descalabros, las fuerzas impulsoras del proyecto de construcción europea, el Partido Popular Europeo, el Partido Socialista, Los Verdes y los liberales de Renovar Europa seguirán teniendo una confortable mayoría. Eso será música pura para los oídos de la alemana Ursula von der Leyen, quien espera extender su mandato por cinco años más. De preservar el cargo, habrá que esperar continuidad de las políticas y un mayor énfasis en la transición verde y digital acelerada; es muy probable que haya cambios en su gabinete, incluyendo el puesto de Alto Representante de la Política Exterior, ocupado por el español Josep Borrell, quien ha hecho un esfuerzo particular por resucitar la agenda con América Latina.

La recomposición política también alcanzará al máximo órgano de decisión de la UE, el Consejo Europeo, así como a la OTAN.

El segundo y último mandato del presidente del Consejo, Charles Michel, llega a su fin este año; mientras que Jens Stoltenberg dejará el cargo luego de extenderlo en dos ocasiones como consecuencia de la invasión rusa en Ucrania. Está previsto que el relevo de Stoltenberg sea anunciado en julio, en Washington, durante la conmemoración del 75 aniversario de la Alianza Atlántica.

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El premier holandés Mark Rutte pintaba como favorito para sustituir a Stoltenberg hasta los comicios de noviembre pasado, cuando su partido liberal perdió la contienda electoral frente al Partido de la Libertad del ultra Geert Wilders, hoy primera fuerza política en Países Bajos.

Lo que sí está claro es que el sucesor de Stoltenberg será nombrado tomando en consideración el probable retorno a la Casa Blanca de Donald Trump, quien suele arremeter contra la UE y la OTAN buscando llevarse las palmas de sus más radicales seguidores. Los europeos pondrán sus fichas en el candidato con mayor habilidad para tratar al volátil republicano.

Los aires de cambio también soplarán del otro lado del Canal de la Mancha. Los británicos irán a las urnas en mayo y todas las encuestas auguran la caída del premier Rishi Sunak y el Partido Conservador.

El último sondeo de Ipsos coloca en la delantera a la oposición laborista con 41% frente a 24% de los Conservadores. Sunak, quien extendió hasta el límite el llamado a las urnas que legitimaría su mandato, está cada vez más distante de la repuntada, 52% tiene una opinión desfavorable de él, frente a 42% que exhibe su contendiente laborista, Keir Starmer. La economía, la erosión del estado de bienestar y el encarecimiento de los costes de vida serán el eje de la contienda electoral.

En el ámbito exterior, Europa entrará a su tercer año en guerra y tendrá que seguir lidiando con el impredecible Vladimir Putin, quien celebrará en marzo unas elecciones presidenciales diseñadas a mostrar que la invasión en Ucrania está avalada por el voto popular.

Putin apuesta por quebrar la frágil unidad europea prolongando la guerra; el presupuesto militar de 2024 aumentará en 70%, equivalente a un tercio del gasto total gubernamental o 6% del PIB. En tanto que Ucrania está convencida de que puede evitar vivir en una guerra perpetua si recibe munición suficiente para alcanzar la superioridad táctica que requiere para romper las filas defensivas rusas.

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Será otro año dorado para la industria armamentista: el gasto militar europeo experimentó en 2022 su mayor incremento interanual en al menos 30 años. El Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) sostiene que el gasto militar de los Estados de Europa Central y Occidental alcanzó los 345 mil millones de dólares ese año.

Terrorismo y migración serán temas centrales. La guerra de Israel en la Franja de Gaza, desencadenada por las atrocidades de la organización terrorista , probablemente encontrará eco en las calles de Europa. La señal de alerta ya se dejó escuchar, en octubre un islamista radical abrió fuego en Bruselas, cobrándose la vida de dos suecos.

Desde el punto álgido de la crisis migratoria en 2015, las llegadas irregulares a la UE disminuyeron considerablemente hasta 2020. A partir de entonces han ido aumentando. Hasta noviembre pasado, se habían registrado 255 mil 332 arribos irregulares; por encima de las 180 mil 686 llegadas en 2022.

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