Riga.— La tensión entre Rusia y Ucrania subió ayer de tono, cuando Estados Unidos aseguró tener “pruebas” de que Moscú planea “importantes actos agresivos” contra Kiev, por lo que amenazó al gobierno de Vladimir Putin con que pagará “un alto precio” en caso de ataque.

Durante la reunión de ayer de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la capital letona, Blinken acusó a Moscú de concentrar “decenas de miles de fuerzas de combate adicionales” cerca de la frontera ucraniana.

“Por ahora no sabemos si el presidente Putin ha tomado una decisión sobre la invasión. Sabemos que está poniendo en marcha la capacidad de hacerlo rápidamente, si así lo decide”, dijo previo a la reunión que hoy sostendrá en Estocolmo con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.

“Hemos dicho claramente al Kremlin que responderemos, sobre todo con una serie de medidas económicas de fuerte impacto que en el pasado decidimos no usar”, avisó.

La reunión se realizará en un marco tenso. Ayer mismo, Lavrov atacó la “política destructora” de los países de la OTAN. Según el canciller ruso, la alianza militar transatlántica “busca captar a Ucrania en su órbita y transformarla en un país antirruso”.

Al respecto, el secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, señaló que Rusia “no tiene ningún veto” en caso de que en efecto se decida que Ucrania ingrese a la Alianza Atlántica.

“Rusia no tiene nada que decir y no tiene ningún derecho a establecer una espiral de influencia para intentar controlar a sus vecinos”, enfatizó Stoltenberg.

El ministro ucraniano de Exteriores, Dmitro Kuleva, consideró “inevitable” que su país se haga parte de la OTAN, “pero llevará tiempo”.

Aunque Moscú niega tener alguna intención belicosa, la acumulación de tropas rusas en los lindes de la antigua república soviética genera inquietud en Ucrania, país al que el Kremlin acusó de “reforzar sus capacidades militares, haciendo llegar equipo pesado y personal” al este del país. Kiev ha desplegado 125 mil soldados, es decir, “la mitad de las fuerzas armadas ucranianas”, aseguró la portavoz del ministerio ruso de Asuntos Exteriores, María Zajarova.

El martes, el mandatario ruso había asegurado que era necesario “arreglar los vínculos” con Kiev para que “nadie se sienta amenazado”. Ayer instó a Occidente a alcanzar “acuerdos concretos”, excluyendo la ampliación de la OTAN hacia el este y el despliegue de su armamento cerca de las fronteras rusas, proponiendo establecer “negociaciones de fondo” respecto a esto. “Necesitamos garantías jurídicas” de que no habrá ampliación de la OTAN hacia el este, subrayó.

Victoria Nuland, subsecretaria estadounidense de Estado para Asuntos Extranjeros, pidió un “alto el fuego completo” durante la Navidad en la región separatista ucraniana del Dombás.

“La llegada de la Navidad es un momento para reanudar el alto el fuego, realizar intercambios de prisioneros y reabrir los puntos fronterizos para que las familias puedan reunirse”, dijo Nuland a través de video en un foro de seguridad en Kiev. Después de la anexión de la península de Crimea por parte de Moscú, en 2014, el gobierno ucraniano combate a separatistas prorrusos en un conflicto que ya ha dejado más de 13 mil muertos.

El responsable de la diplomacia europea, el español Josep Borrell, estimó que había que “aclarar que cualquier agresión contra Ucrania recibirá una respuesta firme”.

Kuleva solicitó a los aliados occidentales poner en marcha un “paquete de disuasión” contra Moscú. El presidente Volodimir Zelenski reconoció que “no podremos parar la guerra sin negociaciones directas con Rusia”. La tensión actual recuerda una crisis similar en abril, durante la que Rusia desplegó decenas de miles de soldados en la frontera ucraniana para “ejercicios militares” en respuesta a las actividades “amenazantes” de la OTAN.

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