El azote del coronavirus se mantiene imparable en India. La nueva representación de la tragedia que vive este país son los cadáveres en el que, se presume, podrían ser de víctimas del cuyos familiares no tenían recursos para incinerarlos o que lo pudieron hacerlo por la escasez de madera. ¿Esta situación era inevitable? A decir de Chandrakant Lahariya, epidemiólogo indio, experto en sistemas de salud y políticas públicas, no.

“La creencia infundada de que India no pasaría por una segunda ola de contagios condujo a un cierto grado de complacencia a todos los niveles, incluyendo políticos y el público en general”, dice en entrevista con .

Eso, aunado a que se desaceleró la secuenciación genómica del virus, lo que habría permitido tomar mejores decisiones, y que el ritmo de vacunación tampoco fue el adecuado, contribuyó, considera el experto, en la situación que hoy vive el país. “Se habían registrado dos o tres olas en estados indios como Delhi y muchos países del mundo habían enfrentado ya dos o tres olas. Por tanto, no había razón para creer que India no tendría una segunda ola”.

También lee: 

Lahariya, coautor del libro: Till We Win: India’s Fight Against The Covid-19 (Hasta que ganemos: La batalla de India contra el Covid-19), publicado en 2020, señala que a principios de marzo, “cuando el virus mostraba a la alza”, fue justo cuando se relajaron las medidas. La razón: el país estaba cerca de celebrar elecciones en diversos estados y comenzaban las festividades religiosas, que en el país son cosa sagrada. “Eso dio vía libre al virus”, lamentó.

“Las nuevas variantes también estaban circulando ampliamente, pero no fueron estudiadas a detalle y fueron descartadas como si no tuvieran capacidad adicional de transmisión. La atención insuficiente de los líderes políticos a las recomendaciones de los expertos tampoco ayudó”.

Los políticos invitaban a la gente a salir, los centros comerciales se llenaron y se redujo el uso de cubrebocas, detalla Lahariya.

También lee: 

En marzo, el Ministerio de Salud declaraba prácticamente el fin de la pandemia, pero la realidad estaba lejos de ser esa. En abril, la situación explotó. “Será difícil olvidar abril de 2021”, había dicho el experto en un artículo publicado en The India Forum.

Para mediados de ese mes, India se convirtió en el país en reportar la cifra más alta de casos diarios a nivel mundial, al superar los 350 mil. La cifra de muertes rebasó los 3 mil y al poco, lo 4 mil diarios.

Hasta este jueves, el país acumulaba más de 23 millones de casos y más de 254 mil decesos, de acuerdo con cifras oficiales. Se trata de la segunda nación más impactada por el virus a nivel global, en términos de contagios.

También lee: 

El mundo empezó a volver sus ojos hacia la situación india al llegar las noticias de hospitales rebasados, con carencia de oxígeno, de suministros médicos.

Luego, llegaron las imágenes de piras masivas. Primero, en las funerarias. Luego, en los patios y en las calles.

La reacción del gobierno fue lenta, inadecuada. “No hubo planes formales detallados no estrategias detalladas para responder a la pandemia. Si miramos en retrospectiva, pareciera que si los líderes políticos hubieran escuchado a los expertos independientes con más atención, la situación no sería tan mala como lo es actualmente”, comenta Lahariya, quien califica lasmedidas que vinieron de las autoridades de salud como “soluciones curita: sólo arreglar el problema inmediato, no el mal más profundo”.

Las variantes, reconoce el científico, hicieron su parte. “Ahora tenemos creciente evidencia de que las nuevas variantes indias del virus, la B.1.617 —que se ha detectado ya en 44 países— y la B.1.618, tienen mayor capacidad de transmisión. Se han detectado en algunos estados de India y han jugado un papel en el incremento de casos”. Pero sin la relajación de medidas, y sin la falta de previsión por parte de las autoridades, la situación sería distinta.

No sólo los hospitales se desbordaron, sino las funerarias. En los últimos días, el país volvió a acaparar titulares por la , en el estado de Bihar. Decenas de ellos. Aunque las autoridades que investigan el caso no han confirmado la versión, los lugareños dicen que se trata de víctimas del Covid-19 cuyas familias los “sepultaron” en el agua ante la falta de madera o de recursos para cremarlos.

También lee: 

¿Cómo revertir la situación? Lahariya lo tiene claro. “Se requieren estrategias y planes de mediano y largo plazo tanto a nivel estatal como nacional. Las restricciones deberían mantenerse mientras se logra contener la expansión del virus. Es necesario aumentar el número de pruebas, especialmente en la India rural, y la capacidad de manejo de casos en los hospitales. El ritmo de vacunación necesita impulso”. También hacen falta, advierte, una mayor previsión para evitar que los insumos, incluyendo el oxígeno, escaseen.

Otros países, y la propia India, considera, pueden aprender varias lecciones de lo que está pasando en el país asiático: “En primer lugar, que no hay lugar para la complacencia en la respuesta a la pandemia mientras el mundo esté sumido en ella. En segundo lugar, no hay otra alternativa que tener sistemas sanitarios listos para responder a la pandemia. En tercer lugar, los servicios y sistemas sanitarios no pueden prepararse de la noche a la mañana, tiene que ser un proceso constante y sostenido. En cuarto lugar, el liderazgo político, los expertos técnicos y las comunidades necesitan trabajar juntos”.