Quito.— El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, declaró estado de excepción en todo el sistema penitenciario, tras la masacre de más de 100 presos registrada el martes en la Cárcel No. 1 de la ciudad de Guayaquil (suroeste), por un enfrentamiento entre bandas de delincuentes.

“Declárese el Estado de excepción por grave conmoción interna en todos los centros de privación de libertad que integran el sistema de rehabilitación social a nivel nacional, sin excepción alguna, por el plazo de 60 días desde la suscripción de este decreto ejecutivo”, señala el documento suscrito por el mandatario.

La revuelta del martes, de la que de un principio se reportaron 24 decesos, es ya la más sangrienta del año en el país. El Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores del Ecuador (Snai) confirmó que son más de 100 los fallecidos en el motín que dejó, además, 52 heridos.

El estado de excepción faculta al Ejecutivo a suspender derechos civiles y el uso de la fuerza pública para restablecer la normalidad. El gobierno de Lasso, quien asumió en mayo pasado, ya había declarado en “emergencia” al aparato penitenciario para movilizar recursos sin trámites burocráticos.

La presencia de soldados en los exteriores de la prisión Guayas 1, que es parte de un gran complejo penitenciario en Guayaquil, fue reforzada a raíz de la reyerta con armas de fuego.

Policías a caballo también resguardaban los exteriores, donde decenas de personas buscaban información sobre el estado de sus familiares encarcelados.

“Queremos información porque no sabemos nada de nuestras familias, nuestros hijos, porque yo tengo mi hijo aquí, no sé nada de mi hijo”, manifestó una mujer que no reveló su identidad.

Para el exdirector de inteligencia militar, coronel Mario Pazmiño, el sangriento amotinamiento evidencia que “el crimen organizado transnacional ha permeado la estructura del Estado”, cuya gobernabilidad ha sido “trastocada por la injerencia de cárteles internacionales como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación”, que operan a través de bandas locales.

“Quieren sembrar el miedo”, aseguró a The Associated Press, y explicó que “mientras más radical y violenta es la forma de asesinar”, más logran su objetivo de control entre bandas.

Según se divulgó el martes, una disputa entre los choneros y los lobos, habría desatado el enfrentamiento armado que, a decir de Pazmiño, se da por la pelea del “control territorial” dentro y fuera de las cárceles para dominar las actividades de narcotráfico y microtráfico.

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