Bruselas. Con acciones aisladas México no resolverá una crisis migratoria que enfrenta en sus fronteras y que corre el riesgo de convertirse en una humanitaria, afirma Michelle Bachelet, quien ocupara hasta el año pasado el cargo de Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

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“Esta no es una crisis de un solo país, es indispensable que en el contexto internacional, en este caso de la región de las Américas, haya un acuerdo claro de cómo enfrentar este problema en conjunto. Cada país busca hacerlo de manera propia, así no va a resultar”, dice a EL UNIVERSAL Bachelet.

Igual de relevante, continúa, es retomar iniciativas de Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dirigidas a atender las casusas que llevan a las personas a abandonar su lugar de origen.

“Las migraciones tienen de fondo razones más allá del derecho humano a la movilidad, hay causas de pobreza, vinculadas al cambio climático que han afectado las producciones cafetaleras y han hecho que mucha gente se haya quedado sin trabajo; extrema violencia, la gente busca un futuro mejor”.

“Así que por un lado, hay que allegar los recursos a políticas fiscales que se hagan cargo de las temáticas que hacen que la gente busque el éxodo, y por el otro, entre todos los países hay que ponerse de acuerdo. Ninguna de estas dos cosas está pasando”.

El antiguo presidente de Colombia, Ernesto Samper Pizano, asegura que la salida está en reorientar los recursos que Estados Unidos destina a la preservación del muro fronterizo a la reubicación de las personas que se conglomeran en México.

“Una salida muy fácil sería que en lugar de financiar el sostenimiento del muro, financie el retorno de la gente a sus lugares de origen. Lo que no pueden pretender es que la gente regrese por su propia cuenta, la gente no se va de sus hogares por voluntad propia, sino por un desastre natural, conflicto bélico o porque necesita económicamente moverse, de tal manera que hay que entender las raíces de la migración para dar soluciones que no pueden ser de fuerza”, dijo en conversación con este diario.

Tampoco se va a superar regalando la política exterior, algo que en la actualidad hace América Latina con relación a Estados Unidos, continuó.

El Consejo Danés para Refugiados (DRC) reporta que durante marzo y abril, se intensificaron los movimientos migratorios ante la expectativa de un cambio en el acceso al territorio de Estados Unidos con el levantamiento de Título 42 programado para el 12 de mayo.

Refiriéndose a las estadísticas de la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza (CBP) señala que hubo un aumento de los cruces irregulares y de las expulsiones durante ese bimestre, casi 350 mil, superior a los 250 mil contabilizados en el mismo periodo de 2022.

Respecto al cáncer del narcotráfico, Samper propone buscar una solución distinta para los eslabones débiles de la cadena, como son los campesinos, los consumidores y microtraficantes.

“La manera de manejar el problema con ellos no es metiéndolos todos a las cárceles, tenemos que buscar sustitución social de cultivos, formas alternativas de consumo y hacer recaer todo el peso sobre los eslabones duros de la cadena que son los narcotraficantes, lavadores de dólares, las personas que están en los circuitos financieros, los que se lucran de la droga”.

Aseguró que la militarización no es la solución para México. “Lo que hay que hacer es tener una policía nacional; con mil 200 policías locales no puede hacer una estrategia de lucha efectiva contra las drogas. Hay que nacionalizar la policía”.

En tanto que Bachelet sugiere afrontar el desafío del narcotráfico con “una mirada regional y no intentar resolverlo de manera individual, más allá de las políticas domésticas”.

Aseguró que no hay una política común para todos los países; reconoció que en algunos casos es suficiente el uso de las fuerzas de orden pública y seguridad, pero en otros, inevitablemente habrá que echar mano de las Fuerzas Armadas ante la precariedad, fragilidad o permeabilidad de sus fuerzas por parte de estos grupos.

Los exmandatarios compartieron micrófono durante la segunda edición del diálogo entre América Latina y la Unión Europea convocado por el Partido Socialista Europeo y que contó con la presencia de personalidades de la familia socialista, como el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa y el antiguo Jefe del Estado español, José Luiz Rodríguez Zapatero.

Durante la jornada se habló de las acciones más urgentes de la agenda común de cara a la cumbre que tendrá lugar el 17 y 18 de julio en Bruselas entre la UE y AL.

“Si la UE realmente quiere ayudar debe escuchar a América Latina”, dijo Zapatero, subrayando la necesidad de incentivar la integración política y económica de la región al ser la vía para reforzar el combate a la desigualdad, la pobreza, la corrupción y la delincuencia organizada.

En el edificio Altiero Spinelli del Parlamento Europeo también se expusieron preocupaciones comunes, resaltando el acelerado avance de la extrema derecha en ambos lados del Atlántico y la incapacidad de las fuerzas de izquierda por encontrar una respuesta a un fenómeno que socava las democracias.

Adjudicaron la pérdida de espacios políticos a la desconexión de los partidos progresistas con los votantes, a la incapacidad de responder a las emociones y expectativas de los ciudadanos y a la resistencia a aceptar que hay un reequilibrio global.

“Hay una decadencia progresiva de lo que se conoce como Occidente, hay que asumirlo, todo lo demás es retórica”, aseguró el ex mandatario español tras criticar que el G7, que apenas alcanza el 10% de la población mundial, siga pretendiendo liderar el mundo.

El avance de las fracciones xenófobas y extremistas además responder a que se apoderaron “del discurso bonito”, de los miedos del ciudadano frente a la incertidumbre, de la promesa de que es posible solucionar todos los problemas de un día para otro y sin sacrificios.

La pandemia y la guerra del presidente Vladimir Putin en Ucrania, la cual ha generado una escalada inflacionaria y encarecimiento del coste de vida, no han hecho más que profundizar aún más el discurso individualista y nacionalista a favor de las fuerzas reaccionarias.

Zapatero advirtió que de no reconocer que los ciclos han cambiado, de no darle a los países emergentes el papel que merecen, de no abanderar como estandarte de partido la defensa del multilateralismo, de no entender el momento que vive el mundo, “los movimientos telúricos reaccionarios van a crecer”.

Bachelet fue más lejos asegurando de no satisfacer las expectativas de los ciudadanos, no solo los ultras seguirán ganando posiciones en ambas regiones, habrá estallidos sociales.

Correa presentó la visión más escéptica de las relaciones. Afirmó que el que la UE nombre a América Latina como estratégica es “mera formalidad” y aseguró que no ha habido ningún acercamiento con la región como declara la Comisión Europea.

También criticó el doble discurso de Europa, condena la destrucción de Ucrania pero no lo hizo con la invasión estadounidense en Irak, pide libre circulación de mercancías y servicios pero no de personas y migrantes, y defiende los derechos humanos pero guarda silencio frente al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, “quien está siendo enterrado en vida”.

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