San José.– De 39 años, casada, con un hijo de 12 años y una hija de 4, vecina de Santiago y pequeña empresaria de la construcción, la chilena Karen Farías votará hoy por rechazar el proyecto de nueva constitución de Chile.

Vocera del (no estatal) movimiento ciudadano “Educación libre y diversa”, Farías dijo a que la propuesta coarta la libertad.

¿Por qué votará por el rechazo?

Porque soy mamá. Este proyecto no nos representa. En educación el derecho preferente de los padres para educar a los hijos… no está.

Si lo aprobamos, perdemos un derecho que hoy tenemos consagrado para educar a nuestros hijos. El artículo 35 (de la nueva constitución) dice claramente que es deber ineludible del Estado la educación de los niños, pero con un solo modelo educativo regido por fines y principios estipulados en esa propuesta.

Tener un modelo único educativo que rija a todas las instituciones no nos convence ni lo queremos.

¿Hoy cómo se rige?

Hoy tenemos libertad de elegir entre distintas ofertas educativas, artísticas, deportivas, religiosas, de congregaciones, laicos, escuelas libres y varias metodologías. Cada familia decide la que mejor representa sus creencias, principios y valores. Esto, con la nueva constitución, queda reducido a solo una posibilidad: solo un régimen o modelo educacional al que todas las instituciones educativas se deben acoger.

¿Qué pasará si una institución no lo acoge?

El Estado no la reconocerá y quedará inhabilitada para funcionar. Es muy grave, nos coarta las libertades. La propuesta no promueve la diversidad ni la libertad para educar a los niños. La incertidumbre es muy grande.

¿Se respetará la libertad de cátedra?

Se verá coartada. Los profesores tendrán libertad de cátedra, y lo dice la propuesta, si se rigen por fines y principios de la nueva constitución. Si alguno se niega a promover esos fines y principios, como autonomía progresiva, identidad de género, etcétera, quedará inhabilitado para ejercer su labor de educador.

Esto coarta la diversidad de colegios, proyectos educativos, la libertad de los padres. No tendremos posibilidad de elegir como educar a nuestros hijos: esto queda en manos 100% del Estado, que pasa a tener monopolio en educación, salud, pensiones. Hay muchas razones para rechazar esta propuesta de mala constitución.

“Voto apruebo para construir democracia”

De 70 años, casado, tres hijos, politólogo, administrador público y jubilado, el socialista chileno Raúl Díaz votará hoy por aprobar el proyecto de nueva constitución de Chile.

¿Qué significará la nueva carta magna?

Es necesaria para construir un país verdaderamente democrático que apunte en la perspectiva del desarrollo económico y la justicia social. Tenemos la actual constitución que es del todo pétrea: no admite cambios y los cambios son muy difíciles de alcanzar, porque tiene todo tipo de ataduras jurídicas y políticas.

¿Por qué derogar a la que hoy rige?

La reivindicación por una constitución verdaderamente democrática es una aspiración de más de 30 años del pueblo de Chile, con larga tradición democrática constitucional al menos en lo formal. La dictadura cívico—militar que gobernó de 1973 a 1990 por la vía de la fuerza y de los decretos leyes impuso por la fuerza a la actual constitución, sin padrón electoral, sin democracia, sin parlamento y con el atropello permanente de los derechos humanos.

¿Qué piensa del rechazo a la propuesta en especial desde la derecha?

Es verdad que no todos están conformes con esta nueva constitución, pero pensamos que una vez que se apruebe es posible perfeccionarla por la vía política y democrática y con la participación soberana del pueblo chileno para hacer los cambios que se requieran.

No queremos caer en una constitución inmodificable. Eso es un imposible jurídico, político y cultural. Las fuerzas de derecha en Chile merecen ser respetadas y consideradas.

¿Se podrán hacer cambios?

Un país requiere estabilidad, pero también requiere ser sensible a los cambios que mayoritaria y democráticamente podamos introducirle en los asuntos políticos, judiciales y otros. Queremos aprobarla y que los cambios sean hechos democráticamente.

Lee también:

agv