Más Información
Sheinbaum: Renovación del T-MEC, única forma de enfrentar competencia con China; llama a cooperar en lucha contra fentanilo
Gobierno despliega a 800 servidores en Pantelhó, Chiapas ante violencia; busca evitar enfrentamientos y restablecer servicios públicos
Tribunal laboral concede medida cautelar a mujer para que siga recibiendo pensión del IMSS por viudez; la cobraba desde 1975
Proyecto de presupuesto privilegia caprichos sobre necesidades: Jorge Romero; "áreas esenciales enfrentan recortes inexplicables", dice
El estadio 974 es una extensión más de un estadio mexicano. Todo es verde.
Hay muchas máscaras, de luchadores sobre todo; trajes de super héroes, como el Chapulín Colorado; disfraces de aztecas, de chinas poblanas, de mariachis.
Y cuando uno entra lo primero que se oye es la popular tonada: “ El Chucky Lozano” , y cuando aparece la imagen de Gerardo Martino en la pantalla gigante, lo que suenan son los silbidos de desaprobación.
No es nuevo, el técnico nacional, el que llega como entrenador a la Copa del Mundo, sufre un gran desgaste en todos sentidos y en diversos escenarios, como lo es con la prensa, e igualmente con la afición.
Gerardo Martino ha sido un entrenador discreto, al que no le gusta conectar con el público, con que la prensa no ha llevado una relación estrecha, aparece poco, habla en especiales ocasiones, así que la única forma de evaluarlo y también la más importante, son los resultados, resultados que últimamente no han acompañado a la Selección Mexicana.
Por eso el abucheo, aunque un buen resultado podría hacer cambiar de opinión a todos, y de abucheado, puede salir aplaudido. Así es el futbol.