La muerte de Alejandro Mendoza Vega, una de las 26 víctimas fatales del colapso de una trabe de la, registrado el 3 de mayo, devastó a toda su familia.

Él era el sustento económico de sus dos hijos, Kevin y Erick, de 21 y 24 años, respectivamente.

Sus hijos lo catalogan como el padre ideal. Era papá soltero y les enseñó todo: a trabajar, a vivir de manera organizada, a respetar a las personas y a desarrollarse como seres humanos.

Aunque siempre hace falta la figura materna, Kevin y Erick nunca la extrañaron, pues Alejandro también cubría ese rol.

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En sus ratos libres y cuando estaba con ellos dejaba ver su lado más “locochón” y rockeaba con ellos. Paranoid, de Black Sabbath, era el himno con el que los despertaba las mañanas de los fines de semana para empezar los quehaceres del hogar.

“Mi papá era muy hogareño, era muy querido por todo el barrio, conocía a todos y cuando salíamos con él era muy divertido porque se paraba a cada rato a hablar con la gente. Siempre que descansaba se quedaba con nosotros viendo tele, viendo series, escuchando música, rockeando con él, le gustaba mucho el rock pesado, y aunque en ese momento sacaba su lado rudo, era de muy buen corazón.

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“Aquí tenemos como siete gatos y siguen naciendo. Esos gatos empezaron a llegar de uno en uno y cuando los vio, mi papá les compró comida y les daba, para cuando nos dimos cuenta ya no se iban y pues ahora ahí están, es otro de los recuerdos y obra que nos queda de él, nos enseñó a hacer buenas personas con todos y todas”, recuerda sonriente Erick, el menor de sus hijos quien destaca que como muestra de cuánto lo querían, le hicieron llegar varias coronas de flores el día que lo velaron en su casa.

Alejandro, fallecido en Línea 12, era papá soltero y le gustaba rockear
Alejandro, fallecido en Línea 12, era papá soltero y le gustaba rockear

“Akira ya estaba mal y se recuperó, pero desde que pasó lo de mi papá se volvió a poner grave, lo extraña mucho porque eran muy unidos, siempre estaban juntos, ella también lo esperaba por las noches y lo despedía en las mañanas que se iba a trabajar”, continúa Erick al tiempo que muestra una imagen de Alejandro cargando a su mascota.

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El día del accidente, Erick alcanzó a tener una última conversación con su papá. Cuando venía en el vagón que colapsó le escribió y le dijo que ya iba en camino, que todo estaba bien.

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Una hora después todo fue caos y desesperación, luego de ver las noticias y que no contestaba su celular, Kevin y Erick se fueron al lugar del accidente pero no pudieron entrar. Esa noche no durmieron y no fue hasta 12 horas después de recorrer hospitales y morgues que les informaron lo que temían.

“Me queda la satisfacción de que al menos hablé con él ese día. No teníamos problemas ni pendientes por solucionar, pero aún así el sentimiento es horrible porque él no mereció morir así. Tenía mucho por delante, muchas cosas por hacer y objetivos que cumplir, precisamente en esa semana habíamos acordado que iba a aprender a tocar la batería, yo le iba a enseñar.

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“Yo estudié música, pero él entre broma me decía licenciado, porque quería que la gente me dijera así, entonces me metí a estudiar una carrera para darle gusto y también para estar bien preparado para la vida. Cuando entré le prometí que la terminaría para que él me dijera licenciado y mira, ahora no me lo va a poder decir, pero esa carrera la voy a terminar por él”, apunta el hijo.

Kevin, Erick y la familia de Alejandro analizan la posibilidad de demandar a las autoridades por los daños ocasionados, dejando en claro que el objetivo no es el dinero pues no hay cantidad que reponga la vida de su padre, pero buscan marcar un precedente para que ni una otra familia pasen por la tragedia y el dolor de perder a un ser querido por un acto de corrupción.