Al cocinar en casa, es común pedir el pollo crudo, ya sea en piezas, pechugas aplanadas para empanizar o listo para asar, y una práctica habitual es lavar este alimento bajo el chorro del agua en el lavabo. Esto puede ser dañino para tu salud. En Menú te contamos por qué.
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Diversos estudios tanto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Tecnológico de Monterrey como de la BBC y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) han informado sobre los riesgos de lavar el pollo crudo en casa antes de cocinarlo.

Esta práctica usual en muchos hogares lejos de ser una medida de higiene, se convierte en un foco de contaminación cruzada de bacterias para otros alimentos, la cocina y el lavabo.
La carne de pollo cruda puede contener bacterias como Campylobacter, Salmonella, y Estafilococos, los cuales provocan infecciones estomacales, diarrea y vómitos. Sin mencionar que se relacionan con el Síndrome Guillian Barré, el cual provoca parálisis faciales y debilitación de los sistemas musculares y nerviosos.
Estas bacterias se encuentran en el intestino del ave y pueden llegar a la carne en su procesamiento antes de comercializarse. En casa, pueden "saltar" a otros alimentos o utensilios de cocina cercanos a cuando lavamos el pollo en el chorro del agua, por ejemplo.
La USDA explica que "algunos consumidores piensan que están eliminando bacterias y haciendo que la carne o las aves sean seguras mediante el lavado. Sin embargo, algunas de las bacterias están tan adheridas que no podrás eliminarlas sin importar cuántas veces te laves".
Las bacterias pueden salpicarse en las superficies alrededor de la cocina, si no se limpian, puede provocar la llamada "contaminación cruzada". De hecho, la Agencia de Normas Alimentarias de Reino Unido (FSA) alertó hace unos años que lavar el pollo aumenta considerablemente la posible infección por Campylobacter, al salpicarse en las manos, ropa y utensilios.
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Si el pollo no se lava, entonces ¿cómo se desinfecta? La única manera de deshacerse de las bacterias presentes en el pollo es mediante el proceso de cocción.
Las bacterias de la carne cruda, que pueden contener esta y otras aves, mueren al alcanzar una temperatura de, al menos, 74°C. Los riesgos de contagio bacteriano se reducen casi por completo después de cocinar el pollo, siempre y cuando haya sido manejado con la debida higiene.
La UNAM, a través de su cuenta de Divulgación de la Ciencia, y la USDA recomiendan seguir estos pasos para evitar la contaminación cruzada del pollo a otros alimentos.
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