Con la firme convicción de que las mujeres indígenas y afrodescendientes “estamos en el presente y vamos a ser las voces del futuro”, la Red Nacional de Abogadas Indígenas (RAI) se dedica a la defensa de los derechos de las mujeres de las naciones originarias, para las que ha diseñado métodos revolucionarios de defensa de sus derechos, en un país donde la mata por lo menos a 10 mujeres al día.

De cuna zapoteca Elizabeth Olvera, coordinadora de la RAI, explica en entrevista con EL UNIVERSAL, la importancia de crear políticas públicas para los pueblos originarios, que entiendan sus contextos y garanticen realmente sus derechos fundamentales.

La Red Nacional, está integrada por mujeres abogadas de todo el país, quienes son además parte de alguna de las 68 naciones originarias que están presentes y en lucha de resistencia en México. 

Tras año de trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres y con las historias de sus madres, abuelas y bisabuelas motivando su activismo, las abogadas de la RAI, plantean la necesidad de reconocer que “las mujeres indígenas parece que tenemos una doble negación al acceso a la justicia”, sin embargo, es posible abolirlo y transformar el sistema de justicia, a uno diseñado para todas y todos.

¿Qué está pasando en México respecto a la violencia de género?

Desde mi perspectiva y desde la Red Nacional de Abogadas Indígenas, hemos visto que la violencia de género se está incrementando estadísticamente, algo que no precisamente significa que en la actualidad se haya intensificado.

Creemos que existen ciertos factores para que esto pase, por ejemplo últimamente se habla más del tema de la violencia porque se ha visibilizado más, los casos ya tienen un lugar importante en la opinión pública, no solamente en los medios de comunicación sino que están llegando también a los espacios donde no se debatían antes, como el Estado o la Iglesia, las instituciones que eran cerradas e intocables. 

Además, cada vez hay más denuncias que se hacen legalmente: antes era más frecuente que las violencias quedaran en el espacio privado, sobre todo la violencia familiar, pero hoy, las mujeres están dejando de normalizar muchas situaciones, como los insultos y los gritos. Antes era mucho el decir “al menos no me pega”.

El lograr manifestar que esto era una forma de vulnerar la dignidad humana de las mujeres llevó su tiempo, estas situaciones que viven muchas mujeres en la actualidad, son las mismas que vivieron nuestras ancestras, sólo que ahora se han empezado a denunciar, y aun así, falta mucho.

¿Cómo se deben analizar las violencias contra las mujeres?

El panorama de la actual violencia de género debe pasar por varios estudios, no sólo por la estadística.

Un punto importante, es que últimamente se ha incrementado más la violencia a las mujeres en específico también porque se ha cuestionado y señalado al machismo.
En la actualidad las mujeres estamos ocupando lugares diferentes en estas instituciones tradicionales, la religión, la familia, el gobierno y creo que quienes menos se están adaptando son los varones, desde esta propia construcción masculina, lo que ha hecho que la su visión de ellos, de alguna u otra manera, quieren mantener sus privilegios, pero mediante la fuerza y por lo tanto, mediante la violencia. 

Muchos hombres han llegado a este punto de creer que ahora ellos son los vulnerables, porque se había normalizado mucho la posición jerárquica de de poder y su palabra de decisión. Sin embargo, cuando los derechos de las mujeres avanzan, ningún derecho de los hombres retrocede.

¿Qué políticas públicas se deben mejorar para que las mujeres vivan sin violencia?

Es importante el papel que juegan el estado y la sociedad, ante esta situación de la violencia contra las mujeres.



¿Por qué el Estado es eje central de todas las discusiones? Porque recordemos que el objetivo de su existencia es precisamente reglamentar y garantizar los derechos que se deben de tener desde un punto de vista social, político y económico. Por lo tanto, si este Estado no garantiza de cierta manera no tendría sentido su existencia.

El estado tiene que construir políticas públicas, no porque lo digamos las activistas, o las mujeres, es porque es su objetivo mismo de creación. Independientemente de que la sociedad debe hacer su parte.

Algo que considero importante es que dentro del pacto social que existe dentro del Estado, tenemos que construir uno nuevo, porque el que tenemos ya no es vinculante, ya no está adecuando los contextos actuales. En ese pacto que se hizo históricamente no se incluyó a las mujeres. Necesitamos un nuevo pacto que incluya las voces y los derechos de las mujeres, no como tuteladas, sino como sujetas de derechos. 

No tendríamos que señalar en nuestras denuncias, demandas y peticiones que somos mujeres para que se nos atienda. No tendríamos que señalar que estamos en posición de desventaja para que el Estado nos considere. 

¿En México, cómo es el panorama para las mujeres indígenas y afrodescendientes?

A todas las mujeres del mundo nos cruza algo de violencia en general por el hecho de ser mujeres, no importa la cultura, sin embargo, hay puntos que no trastocan a las mujeres de las urbes o de una mejor condición económica, como es el tema de la discriminación por condición de clase, de identidad o de etnia.

Nosotras tuvimos una historia distinta. A diferencia del resto, nuestros pueblos fueron colonizados y las mujeres han sido racializadas, no es que hallamos nacido inferiores ni con menos con menores capacidades, sin embargo nuestras condiciones históricas nos colocaron de una posición de opresión y esclavitud y en eso coincidimos las mujeres indígenas y afrodescendientes.

Nos hemos visto envueltas en muchas desigualdades, no sólo tenemos la desigualdad por ser mujer, nos suma aquella de vivir en territorios empobrecidos y además cargamos con el racismo, que por cierto, el Estado llama discriminación para aminorar la carga y decir que hemos superado el tema de las razas. 

Aquí es importante considerar esta diferencia de contextos a la hora de la procuración de justicia.

¿Qué necesita hacer el Estado para garantizar los derechos de las mujeres indígenas?

Podríamos preguntarnos ¿por qué hacer derechos específicos para las mujeres indígenas y afrodescendientes si el derecho es general y ya tenemos fiscalías, ministerios públicos y tribunales? Pues porque debemos de comprender que nuestras estructuras son distintas, las mujeres indígenas tenemos contextos, tradiciones, costumbres y una cosmovisión de ver la vida distintas.

Por ejemplo, cuando hemos acompañado a las mujeres indígenas, hay palabras que en español no tienen traducción a nuestras propias lenguas, sólo encontramos aproximados, por lo tanto, esto implica que el otro no entienda la dinámica y que sea poco comprensible la situación que una mujer está teniendo.

El Estado tendría que adaptar garantías y derechos para todos, reconociendo la diversidad, por eso precisamente desde el movimiento del EZLN, su lema es “un mundo donde quepan otros mundos”.

Pongo este ejemplo, en un caso de violación a una mujer indígena, cuando llega a un ministerio público y le toman la declaración, ella comenta que fue “tocada” por otra persona. Pero aquí está el problema, en nuestra cosmovisión urbana tocar significa solamente hacer como algo mínimo, o que no trasciende, pero el decir “tocar” en una comunidad es llegar más allá de una cuestión menor, es transgredir la intimidad.



Quienes están en estos espacios de procuración de justicia, tienen que entender estas formas de contextos que llevan las mujeres indígenas, sin necesidad de que la víctima sea quien tenga que entender al servidor público, como se está acostumbrado. 

Y justo, regresamos al tema de la discriminación y del racismo que está tan interiorizado, que se considera que aquí quien “invade” es el “indio”, el que llega a la ciudad eres tú y si quieres vivir aquí tienes que adaptarte a muestras formas.

Esto es un tema pendiente y por eso la exigencia de espacios especializados, no privilegiados, como algunos piensan. No es un privilegio el exigir espacios institucionales de atención específicos, porque simplemente es para que nos garanticen derechos básicos.

En casos de violencia de género en las comunidades ¿Por qué es tan importante un acompañamiento legal especializado?

Desde nuestra posición como abogadas indígenas, hemos hecho varios trabajos de investigación y de diagnóstico, donde hemos tratado de acompañar a las mujeres y por mucho que no se resuelva, hemos notado que muchas de ellas prefieren tener contacto con sus propias autoridades comunitarias.

¿Por qué? Porque en primera instancia hay una oportunidad de comunicarnos en nuestra lengua. En una instancia estatal o federal no basta con tener un traductor o un intérprete, si esta persona desconoce todo el procedimiento de este aparato de derecho.

Lo que nosotras hacemos como Red es lo que tendrían que estar haciendo las personas que trabajan en la procuración de justicia. La mayoría de las mujeres (abogadas) consideramos que si desde los espacios comunitarios las víctimas pueden resolver sus demandas, también se desahogarían, por ejemplo, las estancias estatales.



Pero tampoco este estado le permite al sistema de procuración de justicia comunitaria fortalecerse, porque lo ve como un auxiliar de la propia justicia. Es decir, aunque las autoridades comunitarias y el sistema normativo indígena está reconocido constitucionalmente, en la práctica las instituciones de justicia estatal se consideran a sí mismas superiores al otro sistema de justicia.

Por otro lado, en las comunidades hay un desafío, porque si bien el sistema de procuración de justicia local sí entiende la interculturalidad, ahora se tiene trabajar la perspectiva de género.

Las mujeres indígenas parece que tenemos una doble negación al acceso a la justicia, porque parece que en nuestras comunidades tenemos que combatir contra un sistema machista, pero si nos vamos al estatal, no sólo enfrentamos el machismo, sino un sistema discriminatorio.

¿Qué ha sido lo complejo de este acompañamiento a nivel comunitario?

Las mujeres indígenas estamos entre la espada y la pared, porque pareciera que somos las que estamos rompiendo la tradición y por ello somos juzgadas y señaladas, pero lo que nosotros no pedimos por ejemplo, es la intervención del estado. Hoy no podemos dejar de mencionar lo que pasa al interior, sólo para que se crea que no estamos a favor de los derechos colectivos.



Es urgente tocar estos temas y cocinarlos con quienes tiene una voz autorizada en la comunidad, como los consejos de ancianos, los curanderos, la familia, las autoridades religiosas.

¿Cuáles son las violencias que más trastocan a las mujeres indígenas y afrodescendientes?

Según un diagnóstico que hicimos, por lo que las mujeres piden más justicia al interior de las comunidades, son los temas relacionados con pensión alimenticia: la mayoría busca solución porque los progenitores de sus hijos no cumplen con sus obligaciones y una de las causas es la migración, de hombres que se van a otros países o estados, pero no vuelven o hacen otra familia.

Otro de los temas que se aborda mucho es el abandono, en las comunidades hay un gran número de mujeres que han sido abandonadas por sus parejas, que no saben cómo exigirles que garanticen la obligatoriedad que tienen sobre todo hacia los hijos.

Un tema más es la violencia familiar, que incluye la violencia física y verbal. En las comunidades, la mayoría de las mujeres va ante su alcalde o síndico porque sus esposos las golpearon, las amenazan o de cierta manera las hacen sentir inferiores.

Otro tema que vemos es la guardia y custodia de los hijos, la mayoría de los varones no es que quieran quedarse con sus hijos, sin embargo hay una amenaza a las mujeres de quitárselos, y a través de ello mantener su posición de poder frente a las mujeres.

Estos son los temas que más se viven en las comunidades; por supuesto que hay feminicidio, violaciones y otros delitos, pero esos no llegan ante las autoridades, porque son delitos de tabú ante las autoridades comunitarias.

¿Cómo la RAI ha logrado el acompañamiento a nivel local?

La RAI detectó, a la hora de acompañar a las mujeres, que la mayoría de ellas no tiene recursos para tener un abogado, y si el tema cae en un abogado de oficio, el asunto no sale. Y no sólo eso, porque tan sólo para que ellas se trasladen a ver cómo va su trámite terminaban haciendo grandes gastos, el sistema de justicia es largo, cansado y burocrático, lo que desgasta a las mujeres física, económica y emocionalmente.

Nosotras vimos una necesidad de que ellas puedan resolver desde un sistema más cercano (municipal) y nos dimos a la tarea de crear un instrumento, que aunque no es reconocido de manera oficial, es una guía de atención para las mujeres indígenas en las situaciones de violencia pero ante las autoridades comunitarias..

Esto no lo tendríamos que estar planteando nosotras, sino el Estado porque tiene los recursos, los mecanismos, la infraestructura y el personal.



Las mismas mujeres debemos apropiarnos de nuestros derechos ¿Y cómo lo hacemos? A través de la acción que nosotras mismas promovemos desde nuestros vínculos y formas.

Nosotras hacemos hincapié en la formación de las mujeres indígenas, que han sido históricamente las de menor índice de acceso; la otra es el fortalecimiento de las autoridades y justicia comunitarias y la otra que es el acompañamiento directo.

No tenemos un presupuesto, nosotras hacemos el acompañamiento porque venimos de esas mismas historias, de discriminación y desigualdad, no lo hacemos por querer ser heroínas. Las que dirigimos somos mujeres indígenas, dejamos de ser tituladas por mujeres con otros privilegios

¿Cuál es el mensaje de las y para las mujeres indígenas?

Las mujeres indígenas y afrodescendientes somos parte del Estado, nos somos tema del pasado, estamos en el presente y vamos a ser las voces del futuro. Por lo tanto, la consiga seguirá siendo hasta que la justicia y la dignidad se hagan costumbre.

Tenemos que seguir poniendo sobre la mesa que las mujeres indígenas también tenemos que estar en espacios de tomas de decisiones, que en la ruta del país tenemos que estar, no podemos sólo ser visibles en espacios muy cerrados, muy domésticos y de cuidados. Porque cuando hablan de nosotras quieren tomarnos sólo en cuenta en las políticas públicas para las mujeres que se encuentran como trabajadoras del hogar, por ejemplo, o cuando sólo quieren hablar desde una perspectiva maternal con nuestros derechos reproductivos. 

Las mujeres indígenas debemos ser centro también de las políticas públicas de los espacios de decisiones, porque la ruta del país también la debemos definir nosotras y nosotros como pueblos. Después de 500 años de colonización no podemos seguir arrebatando sólo espacios a pedazos