Cinco de las más de 20 personas que fueron operadas de cataratas en el Instituto de Salud Visual (ISVI) en 2015, y quienes perdieron la vista o uno de sus ojos, acudieron hoy a Cancún, para demandar justicia, castigo a los responsables y ayuda, ante las condiciones de precariedad en que se encuentran.
El quinteto fue traído a esta ciudad por la Fundación “No más negligencias médicas”, Fernando Avilez Tostado, que les ha asistido desde hace dos años, ante el desamparo que enfrentan, dado que los médicos que practicaron las cirugías desaparecieron, el instituto ISVI fue clausurado por la Cofepris, la fundación Cinépolis que contrató los servicios de la clínica no se hace responsable y jueces y Fiscalía en Quintana Roo, “tienen congelado el caso”.
El presidente de la Fundación, Fernando Avilez Tostado, informó, en conferencia de prensa, que entregaron ayer un exhorto al Congreso y al gobierno del estado, para solicitar su intervención y mediación, a fin de que se castigue a los responsables y se repare el daño a las víctimas.
Presentes, Hortensia Tepal Pu, José Tomás Daniel Pech, Natividad Méndez Rejón y Alicia Brito, evocaron con paciencia y dolor, la tragedia que vivieron desde octubre de 2015, cuando a Isla Mujeres, personal del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), de ese municipio, les recomendó e insistió inscribirse al programa de ayuda de la fundación Cinépolis “Del amor nace la vista”, para recobrar la vista.
Los doctores del ISVI acudieron a la isla para realizar varios exámenes de la vista y diagnosticar desde graduaciones de lentes, hasta operaciones.
Algunos de ellos, que solo querían unos lentes, se toparon con que tenían cataratas y debían ser operados de urgencia. O al menos eso les dijeron. Entre ellos, hubo quienes se resistieron por miedo, pero fueron acosados –como Doña Natividad- para que se sometieran a la intervención.
“Me dijeron que si no aceptaba yo, iba a quedar ciega y que mis hijos no se harían cargo de mí, porque me volvería ‘un estorbo’, que ya no me iban a sacar a pasear, ni a tener cerca de ellos.
“A mi hija le fueron a decir que si no me convencía de operarme, iba yo a ser una carga para ellos”, expresó la mujer, quien finalmente accedió a ser intervenida, pero perdió la visión completamente en uno de sus ojos, luego de contraer una infección, por una bacteria hospitalaria en el ISVI.
La magnitud de la infección era tal, que la mujer sentía que el ojo le estallaba; perdió el sueño, sufrió calentura, dolor de cabeza, de muelas, de nariz y punzadas en el ojo. La hinchazón del ojo era tal que le tuvieron que pinchar varias veces, pues sangraba y le salía pus.
“Después de la operación una de las señoras del DIF llegó un domingo a preguntar ‘cómo están?’. Bien fregados, le dije. Me duele mucho mi cabeza y mi ojo, bien hinchado. Me duele mi cabeza, mi ojo, mi muela, mis quijadas, mi nariz y yo no tenía ningún malestar.
“Y yo sentía aquí en la nuca, como candela encendida, siente que mi cabeza se va a estallar. Siente horrible”, relató, al agregar que la funcionaria del DIF le dijo que los médicos del ISVI tenían la sospecha de que se había propagado una infección, que había afectado a otros pacientes y que por eso ella debía ir nuevamente a consulta.
Natividad siente que tuvo “mala suerte”, porque cuando estaba siendo intervenida, “me tocó con un doctor mayor y dos más jóvenes, que yo creo que eran practicantes, porque cuando me abrían el ojo y me levantaban, yo oía que el doctor grande les decía ‘no, no, así no, que le van a fregar el ojo’; yo no dije nada, pero pensé ‘qué mala suerte tuve Señor, que vine a caer con practicantes, que apenas están aprendiendo’”, lamentó.
Don José, también fue de los que pensó que sólo necesitaba lentes, pero luego de las revisiones de médicos del ISVI, resultó que debían operarlo de cataratas. Al igual que con Natividad, la infección o la práctica inadecuada de la cirugía, lo dejaron ciego de un ojo, según sus palabras.
“Me convencieron, me dijeron que mi visión iba a mejorar, pero empeoró; no veo con el ojo derecho, pero a mí no me destriparon los ojos como a ellas”, señaló, con referencia a Doña Hortensia –cuya historia fue consignada por EL UNIVERSAL, en días pasados- y a Doña Alicia, quienes perdieron un ojo.
El hombre, quien ha sido taxista y velador, subrayó que además de perder la visión, no puede desplazarse solo, pues siente que se “se le gasta el piso, se me mueve el piso; siento que me voy a caer”.
José o “Don Pino”, como le conocen en la isla, añadió que para quitarle los dolores que le provocó la infección en el ojo que fue operado en el ISVI, le recetaron pastillas, que sigue tomando y que también le afectaron el corazón.
La historia de Doña Alicia no es distinta y las consecuencias de la “infección grandísima”, le hicieron perder un ojo.
“Después de la operación, sentía que el ojo me iba a estallar; estaba muy feo. Estuve mucho tiempo así. No dormía pensando en mi ojo. Hasta dos veces al día me pinchaban el ojo”, narró.
Cuando el grupo fue llevado a la Ciudad de México, por la Secretaría de Salud y del gobierno estatal, que habían intervenido en el caso, entre noviembre y diciembre del 2015, el ojo infectado de Alicia estaba prácticamente perdido.
En el Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana, en donde les atendieron, el diagnóstico general era que no había más que hacer para revertir el daño presuntamente cometido por el ISVI. A José, Natividad y María Inés, les dijeron que no podrían ver con el ojo que les habían operado en aquel instituto y a Alicia, que le debían extirpar el suyo.
“Yo quiero mi ojo, les dije. Me resistí mucho, lloré mucho, pero si no me lo quitaban, me podía morir por la intervención. Yo les dije que para el Día de las Madres quería tener mis dos ojos, pero pues, sólo se pudo con la prótesis”, dijo.
Alicia dio de baja la tiendita que atendía en la isla. José dejó su trabajo de velador; Hortensia ya no teje sus hamacas y Natividad ya no elabora las artesanías que vendía. Todos, eran personas productivas que además de perder la vista, perdieron su ingreso económico y dependen de su familia.
“Mi hija me tiene que dar el bocado, ya no puedo ni hacer mi tortilla”, se condolió, Natividad. “Ya no soy la misma, yo siempre fui muy activa, pero ahora tengo miedo de salir”, dice, Alicia. Todos, llamaron a la autoridad para que no se archive su caso, que se haga justicia conforme a la ley y que se les repare el daño.
Fernando Avilez reprochó que Cinépolis se niegue a aceptar su corresponsabilidad y sólo asuma que fueron dos afectados, cuando quienes demandaron fueron los cinco dañados.
“Lejos de acercarse con los afectados, continúan revictimizándolos”, dijo, al descartar que se trate de una “campaña” para difamarles.
Aclaró que la quinta víctima no asistió a la conferencia de prensa por motivos de salud, pero reiteró que hay conocimiento de más de medio centenar de personas que resultaron afectados por las cirugías practicadas en el Instituto de Salud Visual (Isvi).