Acapulco.— Gustavo Rendón desde hace ocho años vive en los departamentos de la colonia Colosio, muy cerca de la zona Diamante de Acapulco, incluso trabaja en uno de esos lujosos hoteles que ofrecen servicios exclusivos.

Descansa los domingos, pero en los últimos seis se la pasó acarreando agua desde un depósito que está a unos 200 metros de su casa.

Junto con su esposa se ponen a lavar la ropa de toda la familia. Es el único día que ambos pueden hacerlo.

Entre semana, antes de salir a trabajar acarrea 12 cubetas con agua y cuando regresa hace lo mismo: necesitan el líquido para bañarse, para el baño y lavar los trastes.

No tiene contenedores, desde que llegaron a vivir a la Colosio el suministro del agua nunca había fallado tanto como ahora. “La verdad no estamos preparados para la escasez”, dice Gustavo mientras saca agua de un pozo.

Un caso más drástico es el del matrimonio Torres Trujillo, quienes tienen una lonchería. Para su negocio compran seis garrafones; gastan 60 pesos diarios, mil 800 al mes. Más el agua que compran cada tercer día en los autolavados para su casa.

A esos gastos se suman 300 pesos al mes para la Comisión de Agua Potable; 2 mil 800 bimestrales a la CFE y 3 mil 300, de renta mensual por el local.

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