Oaxaca de Juárez.- En Camalotal, los niños crecen tomando café en lugar de leche. Es más barato.

Y si algo es complicado en esta comunidad cañera, habitada por el pueblo chinanteco, es precisamente la economía.

Camalotal está a unos 30 kilómetros de San Juan Bautista Tuxtepec , la ciudad más importante de la región de la Cuenca del Papaloapan, en el norte de Oaxaca. Esa distancia se recorre en una hora u hora y media, recorrido que los hermanos Sebastián, Jesús Antonio y Francisco realizaron este sábado para recibir los regalos que habitantes de Tuxtepec les entregaron, dándoles una forma de celebrar la Navidad.

La razón de que Jesús Antonio y sus hermanos estén sentados en la terminal a la que llegan los transportes de es que, hace unos días, su deseo de tener su propio árbol de navidad se hizo viral en las redes sociales.

Parado junto a una rama que se sostiene en una cubeta de tierra, decorada con pequeños juguetes usados que cuelgan de hilos, Jesús Antonio Palacios Moreno, de 10 años, posa para una fotografía que Édgar Orozco Ortiz, el maestro de Educación Física de la primaria de la comunidad, le tomó para dar a conocer su historia.

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“¿Cómo ven la ilusión de este niño de tener un arbolito de Navidad? Tuvo la curiosidad de poner sus juguetes usados para no quedarse sin adornos. Ya le dije que yo le compro su serie de luces. ¿Alguien más se une a la causa?”, dice el mensaje con el que el profesor acompañó las imágenes y que desencadenó el apoyo.

Édgar cuenta a EL UNIVERSAL que la ilusión del niño de tener un arbolito navideño surgió cuando vio que el profesor colocó el suyo en su vivienda y quiso replicarlo a escondidas de sus papás.

“Pongo mi arbolito artificial, sencillo, con sus luces y los niños llegan a la casa y lo ven. Y van cortar una rama de una árbol que se llama huachilote, que crece en el cerrito, y empieza a imaginarse su arbolito”, cuenta el maestro.

El sueño de Jesús Antonio, niño chinanteco de Oaxaca, era tener un arbolito de Navidad
El sueño de Jesús Antonio, niño chinanteco de Oaxaca, era tener un arbolito de Navidad

A falta de esferas o adornos, Jesús Antonio colgó juguetes viejos de las ramas y colocó en una mesita cubierta de aserrín algunas figuras pequeñas para formar un nacimiento, encabezado por la virgen de Guadalupe. Todo a escondidas de su mamá.

“Me fue a ver a la casa y me dijo: también puse mi arbolito. Me dio mucha ternura que dentro de su ilusión de niño quiso tener esa magia. No es algo comercial, es algo que se les inculca a los niños”, narra el profesor de 34 años, quien le dijo le prometió a Jesús Antonio que le regalaría la serie de luces y que subirían la foto al face.

Las reacciones de los usuarios comenzaron poco a poco. Alguno ofrecieron esferas; otros, animales para el nacimiento y hasta un pastel. Poco a poco la historia de Jesús y sus hermanos Sebastian, de 8 años, y Francisco, de 13, comenzó a hacerse viral, sobre todo porque Édgar administra una página deportiva amateur en esa red social, misma que usó para compartir la historia con sus amigos de todo Oaxaca y a nivel nacional.

Fue así que comenzaron a llegar los primeros donativos. Una señora, por ejemplo, envío 500 pesos; mientras que alguien radicado en Mississippi, Estadio Unidos, prometió enviar algo para los niños, al igual que un hotel de Huatulco, que ofreció una cena y un regalo para cada uno de los niños.

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La convocatoria también llegó a la cabecera municipal de Tuxtepec, a donde los niños llegaron este sábado para recibir despensas, un arbolito de navidad, peluches y algunos juguetes de los vecinos.

Por supuesto, los padres de los niños terminaron enterándose de todo.

Eugenia Moreno Maroto, la madre de los niños, vive al día. Vende tamales y antojitos para cubrir los gastos de la casa, pues su esposo Antonio Palacios Moreno es campesino, monolingüe y de la tercera edad, así que cuando se enteró del alcance del deseo de sus hijos se sorprendió y se puso nostálgica.

“Están muy contentos, pero se sienten mal por no poder comprar el arbolito. Pero ella lo primero que piensa cuando gana un dinerito es en comprar frijol, azúcar y café porque aquí en Camalote los niños crecen con café. No toman leche porque es más económico”, narra el profesor, quien lleva 10 años en la comunidad y nunca esperó el alcance de su publicación y la ayuda que está llegando.

“Sí se está viendo la ayuda y están muy agradecidos y hasta sueñan con tener una bicicleta. Ojalá siempre las redes sociales tuvieran este uso”, finaliza.

afcl/jcgp

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