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En los municipios de Chilapa, Atlixtac, Zitlala, Ahuacuotzingo y José Joaquín Herrera, en Guerrero, 673 escuelas de nivel básico están cerradas desde hace 46 días, debido a que amenazas por Facebook y WhatsApp han paralizado al magisterio.
La gente se dedica a dos cosas en Chilapa: el comercio y la docencia. La ausencia de los profesores y estudiantes se nota. Los alumnos tenían que regresar ayer a clases; sin embargo, eso no ocurrió.
En los cinco municipios que integran la región de la Montaña Baja, 59 mil 649 niños de preescolar, primaria y secundaria y los 3 mil 742 maestros, administrativos y personal de apoyo no han pisado las instituciones desde el 19 de septiembre.
La Secretaría de Educación en Guerrero anunció ese día que las clases se reanudarían hasta que los planteles fueran evaluados. Tres días después, el 22, comenzaron a circular amenazas firmadas por los grupos delictivos que se disputan la región: Los Rojos y Los Ardillos.
Advertían que no los querían ver en los planteles, si no las profesoras serían violadas y los hombres asesinados. Desde entonces, la SEG en cinco ocasiones ha formalizado la suspensión, sin reconocer que es por la violencia.
Predomina el miedo. Los hechos les dan la razón a los profesores. En los últimos tres años, Los Rojos y Los Ardillos han construido uno de los episodios más sangrientos en la entidad. En ese tiempo se han visto asesinatos, incinerados, desmembrados, decapitados, desaparecidos, desplazamientos forzados y, sobre todo, la gente teme.
Sin agresión directa. La jefa del sector 19 de primarias de la zona, Juana Pineda Jaimes, dice que hasta ahora no habido ningún ataque directo contra un profesor, pero con la amenaza basta.
En esta guerra no han respetado a los docentes ni a los jóvenes y niños.
En diciembre de 2014, en la comunidad de Tecoanapa, en Ahuacuotzingo, todo el personal del jardín de niños El Siervo de la Nación pidió su cambio.
Un mes atrás, antes de llegar al plantel fueron interceptados por un grupo armado. Los retuvieron y después los dejaron en libertad, pero se llevaron a una profesora por quien pidieron un rescate. La familia lo pagó y fue liberada. Ahora esa mujer no vive en la entidad.
Los estudiantes de la preparatoria 26 de la Universidad Autónoma de Guerrero también han sido víctimas de la violencia: varios de ellos han aparecido muertos con el cuello cortado o enterrados en fosas clandestinas.
Pineda Jaimes explica que las 123 primarias que integran su sector están cerradas y no hay certeza de cuándo retomarán las clases.
La mayoría de estas 123 escuelas están ubicadas en el corredor que va de la comunidad de Ayahualulco hasta Atzacualoya, en Chilapa. Estas localidades ha sido el escenario de la disputa, son el límite entre los municipios de Chilapa y Quechultenango, la sede de Los Rojos y Los Ardillos, respectivamente.
Un profesor, quien pide el anonimato, dice que volverán a las aulas cuando una autoridad les garantice la seguridad. “No queremos ser mártires; sin embargo, tampoco estamos pidiendo algo especial, sólo que haya garantías para regresar a clases”. Explica que el problema por ahora es que no hay garantías.
El vocero del Grupo Coordinación Guerrero, Roberto Álvarez Heredia, señala que en la región no ha habido ningún ataque contra un profesor.
El secretario de Educación en el estado, José Luis González de la Vega Otero, minimizó el problema en Chilapa y dijo que sólo están cerradas “70 y tantas escuelas” y no las 673.