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Hay muchas series que se basan en la época medieval, pero en el caso de War of the kingdoms esa ambientación funciona más bien como un disfraz: la polarización.
Sus creadores, Cyrill Boss y Philipp Stennert, coinciden en que utilizan castillos, espadas y reinos como un espejo de algo siempre actual: la forma en que la humanidad, sin importar la época, sigue atrapada entre extremos.
“La historia se repite porque los seres humanos no sabemos dejar de movernos entre extremos”, explica Boss, guionista y director en entrevista con EL UNIVERSAL.
“Hoy todos intentamos ser lógicos: políticos, padres, líderes… pero en el fondo nuestras decisiones suelen ser profundamente emocionales”, remarca.
War of the kingdoms, que estrena este 14 de diciembre por Universal+, está ambientada en el siglo V y sigue el enfrentamiento entre Hagen y Siegfried, dos guerreros que piensan y actúan de forma completamente opuesta.
Lo que comienza como una disputa personal se convierte en una lucha de poder que alimenta la desconfianza, provoca traiciones y termina debilitando todo el reino desde dentro.
“El gran problema de la humanidad es que nos cuesta encontrar el punto medio en las cosas, en las relaciones”, explica Philipp Stennert, director y guionista.
“Justamente eso es lo que la protagonista intenta hacer: ve la fuerza en ambos hombres, pero ellos están tan polarizados que nunca logran ese equilibrio. Y eso termina destruyendo a todos”.
Para los creadores, Hagen encarna el pensamiento frío, la lógica y el control; mientras que Siegfried, ejemplifica el de fe, el impulso y el territorio emocional.
Un mito que sigue vivo
Basada en la mitología germana, War of the kingdoms retoma El cantar de los nibelungos, un poema épico medieval que narra la amistad rota entre dos héroes, la traición dentro de la corte burgundia y la cadena de venganzas que termina devastando al reino.
La serie también toma elementos de Hagen von Tronje (1986), novela de Wolfgang Hohlbein que revisita esa misma historia desde la mirada de Hagen, uno de los personajes más complejos del mito.
Para esta versión televisiva, los creadores optaron por volver al centro emocional del mito: el conflicto entre dos hombres cuyas decisiones marcan el destino de todos a su alrededor.
En lugar de modernizar la leyenda decidieron conservar esa tensión original que, dicen, sigue vigente hasta nuestros días.
“No queríamos una historia moderna forzada, sino conflicto eterno. La presión era enorme: todos conocemos la historia, así que había que justificar por qué volver a contarla”, reconoce Siegfried.
La producción se filmó en locaciones de Alemania, Islandia y República Checa, buscando ese tono emocional y humano.
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