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Para María Perroni, estar arriba de un escenario es algo tan normal como respirar, ya que desde que nació ha estado acompañando a sus padres Pablo Perroni y Mariana Garza detrás del telón.

A los cuatro años tuvo la certeza de que quería ser actriz cuando participó en un curso de verano en el Teatro Libanés, desde entonces su carrera no ha parado de ascender.

“Un lema que yo tengo es: cuando no tenga nervios de estar en un escenario ya no me voy a dedicar a esto, porque quiere decir que me creo mucho y por eso no me da miedo cantar y actuar ante la gente”.

El Teatro de los Insurgentes, el Centro Cultural Teatro II y ahora el Teatro Telcel no han intimidado a esta alegre niña que, a pesar de ver la actuación como si fuera un juego de niños, toma el estar arriba de un escenario con la seriedad, dedicación y concentración que caracteriza a las estrellas de las tablas.

“Muchas personas han pasado por aquí (el teatro) y no a todas les ha ido muy bien, pero quiero ser del grupo que ha triunfado, por eso hay que ser muy disciplinada pero también me quieto divertir”.

Actualmente María es educada en casa debido a lo demandante que es estar en los ensayos.

Además, el tiempo también la apremia porque actualmente tiene que dar funciones durante cuatro días a la semana.

Pero recuerda que cuando iba al colegio jamás vivió bullying por parte de sus compañeros. No hubo alguno que se burlara de ella por ser actriz y preferir estar en el teatro que frente a un videojuego o jugando a las muñecas, como el resto.

Aunque asegura que esos juegos también los hace cada vez que puede y tiene tiempo.

Cuando iba a la escuela, recuerda María, sus compañeros le manifestaban su admiración y hasta iban a verla trabajar en el teatro, algo que la hacía muy feliz, porque cree que comprendían la razón por la que faltaba a veces a la escuela.

Mientras espera el momento de la tercera llamada, María convive con los otros niños que participan en la obra Les Misérables jugando con juguetes que encuentran en los casilleros, convirtiendo el camerino es su lugar favorito del Teatro Telcel.

Por fortuna ella cuenta con el apoyo de sus padres para seguir en esta profesión, al grado que siempre le dan consejos de cómo mejorar su trabajo o de vez en cuando van a verla trabajar y nunca olvidan decirle lo orgullosos que están de ella. Es por eso que María dijo que le gustaría que todos los niños tuvieran la misma oportunidad para alcanzar sus sueños.

Cuando no está trabajando en Les Misérables, esta pequeña disfruta estar en el Teatro Milán, el cual pertenece a sus papás. “Lo conozco muy bien y puedo estar rumbeando por ahí, de hecho he ayudado en la dulcería y a repartir todo, me gusta ir tras piernas, veo las funciones o me voy al salón de ensayo a repasar algo, siempre tengo que hacer allí”.

Sobre si le gustaría dedicarse a otra cosa cuando sea grande, María tiene muy claras las cosas y, si cambiara de profesión, considera que seguiría por el camino del arte.

“Me gusta mucho actuar pero también la fotografía, la pintura y todo eso que tiene que ver con colores y que me permiten guardar recuerdos”.

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