Un bebé que llega hasta el taller de Santa Claus en su saco de regalos es adoptado por él y es también educado como uno de los elfos que ahí viven.

Con el tiempo, las diferencias entre Buddy y los elfos se hacen más que evidentes y son además objeto de conflicto, pues simplemente él no encaja en ese mundo y no sólo por su tamaño, que es tres veces más grande que el de los elfos, sino por su temperamento.

Luego de mucho pensarlo en el Polo Norte, que es donde vive Santa Claus y su comunidad élfica, Buddy parte hasta Estados Unidos, a Nueva York, para encontrar a su verdadera familia.

En la búsqueda que emprende nuestro personaje central, la cinta explora en la importancia de las características que hacen única a cada persona y exalta que ser diferente no es una calamidad, muchas veces es una virtud.

Además aborda el valor de la pertenencia, esa necesidad que tenemos todos de saber que se es parte de un clan, un grupo o una familia y por último, y lo que nos aplica en la temporada de fin de año, es que muestra que la magia de la Navidad depende de la fe de las personas.

Quizás el mensaje principal de la cinta protagonizada por Will Ferrell es que nunca es tarde para cambiar, tal como lo hace el padre del protagonista, quien es un editor de libros infantiles adicto al trabajo y al dinero, que además está en la lista negra de Santa Claus. Algo pasará para que esta situación cambie.

Dónde ver: Netflix

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