
araceli.garciam@clabsa.com.mx
Para entender la historia de Pedro y el lobo hay que poner atención a cada instrumento de la orquesta y a los bailarines que danzan al ritmo de cada pieza.
También hay que estar dispuesto a soñar, imaginar y aventurarse de la mano del cuentacuentos que va guiando a todos por el universo creado por Sergei Prokofiev.
La tarde de este domingo, el actor Mario Iván Martínez fue quien se convirtió en el narrador para acompañar al Ballet de la Ciudad de México en la celebración de los 25 años de haber montado la obra.
Con Toño Esquinca como presentador y Enrique Diemecke en la dirección de la Orquesta de las Américas, el ensamble fue calentando los ánimos con piezas como “Can can” de Offenbach y “Sobre el bello danubio azul” de Johann Strauss II.
Las risas del público, quienes ya eran complices de los músicos, se sintieron cuando llegó la pieza “La máquina de escribir” de Leroy Anderson, en la que literalmente el instrumento principal es una máquina de escribir.
La tarde seguía y en la pantalla de fondo se proyectaban algunas imágenes de bailarines de ballet. Aunque hasta la segunda parte del show llegarían los bailarines reales a mostrar sus mejores pasos, entre las butacas se veían niños disfrutando de la música: desde una pequeña con una falda que recordaba a un tutú hasta otra que en los brazos de su padre disfrutaba de las piezas.
Ya pasado el primer bloque del concierto, que llegó en el marco del Día del Niño, convirtió al Auditorio Nacional en un bosque.
Al abrirse el telón apareció el mundo en el que vive Pedro: una cabaña, árboles y un pequeño estanque para patos fueron el escenario para contar la historia.
Había llegado el momento de imaginar con la música y Mario Iván explicó las reglas: cada instrumento y estilo dancístico haría alusión a un personaje. El pajarito, por ejemplo, era interpretado por un bailarín con movimientos de ballet y acompañado por el sonido de flauta, el pato con oboe y danza contemporánea y el lobo con la fuerza de los cornos y acrobacias.
La trama retrata al joven Pedro, quien vive con su abuelo en una cabaña. Un día se hace amigo de un pájaro, un pato y un gato con quienes juega hasta que aparece el lobo.
Cuando se dan cuenta de que el lobo no es tan amigable intentan librarse trabajando en equipo... aunque es probable que no todos se salven. Por fortuna, a Pedro se suma un grupo de cazadores, quienes le ayudarán a atraparlo.
Así, luego de poco más de una hora de espectáculo, entre los personajes creados por Prokofiev, el público se dejó atrapar acompañando a la orquesta con sus palmas y aprendiendo junto con los personajes del cuento.
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