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Luego de pasar por Jalisco y Monterrey, la gira Get Up de Bryan Adams por fin llegó a la Ciudad de México la noche del miércoles en el Palacio de los Deportes.

En punto de las 21:20 horas el músico salió a escena en compañía de otras dos guitarras, batería y piano.

El cantante de 57 años, con más de 40 de carrera y 10 discos de estudio, hizo vibrar a un domo de cobre que no estaba lleno en su totalidad, aunque eso no fue impedimento para que los asistentes, en su mayoría espectadores que rebasaban los 30 años y uno que otro veinteañero, coreara algunos de sus éxitos.

“¡Buenas noches México!”, diría Adams luego de interpretar “Do what ya gotta do” y “Can’t stop this thing”.

El cantante, al igual que el resto de los miembros que lo acompañaron en escena, vistieron saco y camisa negra, que combinaron con jeans.

El músico agradeció que una de las personas de entre el público llevara una cartulina en la que se leía: “Bryan, México loves you”; también levantó del suelo una bandera canadiense que alguien de entre el público le lanzó.

En cada tema se pudieron ver desde animaciones y proyecciones de lo que cada uno de los integrantes hacía a su lado en el escenario, y por momentos la canción que interpretaban se sincronizaba con el video original, pudiendo apreciar el antes y el después del artista, quien sonreía en cada interpretación.

“Run to you”, “Heaven, summer of 69” y “Everything I do” pusieron a corear al público. Adams tomó el micrófono un par de ocasiones para agradecer el cariño de la gente como para bromear.

Interpretó canciones como “Somebody, woman” y “Cuts like a knife”; al finalizar “Brand new day” agitó su cadera en compañía de sus músicos.

El artista cantó desde distintos ángulos con la ayuda de otros dos micrófonos, situados en cada esquina del  escenario, consiguiendo que el público le aplaudiera cada vez que se acercaba a ellos.

Después de dos horas de concierto, el cantante culminó la noche con dos temas acústicos en donde las luces de los celulares del público se alzaron, hecho que lo hizo sonreír para abandonar el escenario antes de bailar con sus compañeros músicos y  gritar con emoción: “¡A huevo!”

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