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El cantante Manuel Adrián tenía 16 años cuando un problema en sus ojos le impidió seguir estudiando; también fue ese momento el que lo llevó a dedicarse a la música.

Mientras se platica con él es como si observara pero explica que únicamente ve siluetas, al tener glaucoma y haberse hecho una cirugía que más que ayudarle lo empeoró, esas siluetas son lo mejor que puede hacer su vista.

“Hubiera preferido tener un problema de retina o de otro tipo, el glaucoma es algo que lo que camina ya no se regresa, ahí se quedó”, comparte en entrevista.

Sin embargo Manuel Adrián explica que esta condición no le ha dificultado tener una carrera en la música con la que ahora festeja 50 años de trabajo, incluso recuerda una anécdota cuando en una apuesta le ganó un reloj a Enrique Guzmán.

“Él es tremendo; se quita un reloj de oro y me dice ‘si me dices qué horas son, es tuyo mi reloj’”, relata. “Me da el reloj y alcancé a ver que eran 20 para las siete, se lo regreso y le digo la hora y me dice ‘el reloj es tuyo’”, comparte el cantante.

El músico explica que a la fecha gente que no lo conoce no se da cuenta de su problema con la vista y de usar lentes oscuros ni siquiera lo ha pensado, únicamente usa unos transparentes porque “si no me los pongo, me siento encuerado”, bromea. “Yo vendo mi voz, mi imagen, la gente me va a querer por lo que yo canto, por lo que yo soy, no por la deficiencia que tengo, eso nunca lo he vendido y menos ahora”.

Una vida en la música.

Manuel Adrián está festejando 50 años de carrera dentro de la música bohemia con el lanzamiento del sencillo “Caricias nuevas”, tema del compositor Martín Urrieta que, explica, no se había grabado anteriormente y que fue producido ahora por Bruno Aviña.

En retrospectiva, Manuel comparte que no pudo haberle pasado nada más en su vida que dedicarse a cantar y, aunque tiene presentaciones los fines de semana en el restaurante Casa Regia, recuerda que le tocó vivir el esplendor de los shows en vivo en México compartiendo escenarios con artistas como Celia Cruz, Leo Dan y Vicente Fernández y presentándose en lugares como el Teatro Blanquita.

El intérprete señala que aunque todavía hay espacios para cantar cada vez son menos.

“Ya no hay lugares, se tiene uno que refugiar en cantinas, en restaurantes, pianobars; antes había escenarios para shows y la gente se iba a sentar a escucharnos. Ahora tiene uno que cantar en restaurantes donde, aunque la gente sí nos hace caso ya no es igual, van a comer, a estar con la familia”, lamenta.

“Antes era un lugar exprofeso para show con músicos, reflectores, romántico, bonito, todo eso se ha acabado, desgraciadamente la inseguridad y el alcoholimetro y la cuestión económica nos ha quitado mucha clientela”.

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