
Carlos Rivera
ha cambiado. Quedó atrás el tímido tlaxcalteca que cantaba con pasión, eso último es lo único que es constante. Pero la tímidez desapareció.
Ahora, le da a sus riveristas, sus fanáticos que con la misma pasión le apoyan, le vitorean, le aplauden y le gritan todo el concierto; una experiencia completa.
La imagen de él apareciendo como príncipe azul, por aquello de que usó una casaca roja, como la que usó el príncipe William en la boda de su hermano, derritió a varias.
Con un show nuevo en el Auditorio Nacional, Carlos Rivera hasta se puso bélico, pero más al estilo de un tipo de acción, rudo y enseñando músculo, combinado con un movimiento de cadera al bailar.
Así fue cómo el cantante dejó sordos a su mismo público, porque los gritos y la euforia de las casi diez mil personas no paro de cantar ni gritar.
rad
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