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Por casi dos horas, el Auditorio Nacional se convirtió en una madriguera de ratoncitos en la piel de niñas y niños que trepaban rápido por las escaleras y brincaban en su asiento al ver a Remi de Ratatouille o el pez Nemo.

Si en el cuento clásico alemán El flautista de Hamelín encantaba con el do-re-mi a los roedores, ahora era la Orquesta Sinfónica Nacional la que los hipnotizaba.

Decenas de infantes junto con sus padres portaban en su cabeza las orejas recién compradas de Mickey Mouse para presenciar el espectáculo Pixar en concierto.

Mientras la Orquesta tocaba lo que veía en el pentagrama, en las tres pantallas del Auditorio proyectaban imágenes de cada una de las cintas producidas por los estudios desde 1995.

“¡Mira, es Wall-E!”, exclamó un niño al identificar los primeros acordes de violín para, instantes después, aparecer el pequeño recolector de basura en imagen.

Si los pequeños rieron cuando vieron al Rayo McQueen caer entre nopales y gritaron emocionados al ver a Buzz Lightyear volar en Toy Story; los adultos guardaron silencio al oír y ver la primera escenas de Up y la historia de amor de sus protagonistas.

Coco fue la que unió a todas las generaciones en aplausos y la que más celulares levantó.

Durante el tema de Buscando a Nemo, luces azules rotatorias bañaban al público para simular el mar; en Up se dejaron caer globos multicolores y Buscando a Dory fue aprovechada para que burbujas fueran soltadas.

Lo recaudado en las funciones será donado a la fundación ORT México I.A.P., encargada de apoyar a los sectores más vulnerables de las zonas marginales.

Pixar en concierto no se presentaba desde hace un sexenio. Desde su creación en 2012 ha recorrido países como EU, Inglaterra, Taiwán y Puerto Rico.

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