Hace años, Mario Iván comenzó el camino de uno de sus proyectos teatrales más entrañables: Vincent, girasoles contra el mundo. Para darle forma decidió recorrer —ciento veintitantos años después—, los pasos de Vincent Van Gogh, el artista incomprendido de su época, por lo que viajó un mes a Europa y visitó el sitio en el que murió y los lugares donde creó magníficos cuadros, como Arlés, en Francia, lugar por demás polémico porque fue allí donde se cortó la oreja, la ofreció como regalo a una prostituta y poco después, fue expulsado del lugar. Este lunes, el actor recordó la anécdota más emotiva que le ocurrió en este viaje.

“Yo iba caracterizado a los lugares y acompañado de un historiador, la gente me veía en Arlés y decían ¡Van Gogh!, y de pronto, fuimos a comprar a una tienda y cuando vamos saliendo viene una viejecilla que en cuanto me ve se tapa la boca y (al borde del llanto) dice ¡Van Gogh, perdónanos, no supimos comprenderte! El de la tienda nos explicó después que el abuelo de esa señora fue uno de los que firmó para que Van Gogh se fuera de allí. En Arlés, donde pintó una enorme cantidad de cuadros, actualmente no hay ninguno suyo”, recordó con mucha emoción el actor este lunes por la noche, al volver a meterse en la piel de Van Gogh.

La puesta en escena se reestrenó este 17 de febrero en el Nuevo Teatro Libanés, con funciones todos los lunes a las 20:30 horas.

En ella se abordan elementos poco conocidos del artista, como la entrañable relación con su hermano Theo, la visión de su cuñada, Johanna Jezina, y su intento por seguir la vocación de su padre (un pastor protestante).

Durante el reestreno estuvieron presentes Susana Alexander y Benjamín Cann, que aplaudieron su pasión.

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