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Que la influencia y empoderamiento de una niña latina de siete años va mucho más allá de los niños de preescolar, a quienes les habla desde las pantallas lo prueba la humorística propuesta, a raíz de cierta declaración presidencial, de combatir al hampa repitiendo por tres veces un “Zorro no te lo lleves”, situación reconocible por millones de personas que, desde la emisión del primer episodio en el año 2000, han visto y hasta respondido a las peticiones de Dora, al menos en una de la 178 veces que ella y su compañero Botas han atravesado el bosque, la ciudad y buena parte del mundo para llegar a casa de la abuela.

Una de las creadoras de Dora señala que los padres saben que sus hijos están viendo un episodio porque los escuchan cantar, contar, hablar inglés, saltar o aplaudir. Puede que esta relación entre Dora y su audiencia, que los psicólogos etiquetarían en más de un caso como parasocial (la que es imaginada entre los niños y un personaje, en este caso ficticio, y permitida gracias a la tv y otros medios de comunicación masiva) explique en gran parte el éxito de Dora en los 74 países y 15 idiomas en que es seguida por más de 20 millones de personas.

El mapa... el mapa. Si a un lugar quieres llegar, a quien debes consultar es al mapa, lo que es el punto de partida de este recorrido textual que motivó que James R. Carter, profesor emérito de Geología y Geografía de la Universidad Estatal de Illinois, decidiera explorar el mundo de Dora: la riqueza de este programa desde la perspectiva de la educación geográfica1.

Carter nos cuenta que su interés por Dora surgió cuando un antiguo estudiante le comentó que su hijo de año y medio de edad sabía lo que era un mapa porque veía la caricatura a diario. Quizás esto no habría pasado de una simple anécdota curiosa de no haber sido porque volvió a escuchar sobre la niña de la mochila morada por un colega cuya hija le preguntó sobre Tanzania tras terminar de ver Dora. Esto terminó de poner en el mapa de Carter a un personaje con buenas referencias cartográficas.

Las aportaciones de Dora. Estudios previos muestran que a los cinco años los niños ya han tenido experiencias geográficas cotidianas, pues han tenido que aprender a orientarse dentro de su casa, en el parque y en otros lugares locales a los que acuden habitualmente (o sea que está claro que nos referimos al parque más cercano del lugar en que viven). Gracias a familiares, amigos, cuentos y otras historias, y a información que observan en libros y en los medios electrónicos, saben que hay un mundo más grande más allá de lo más lejos hasta donde los han llevado.

En esta etapa de la vida infantil, Dora contribuye a la educación geográfica al menos de tres formas, al favorecer el desarrollo de:

1) Habilidades del lenguaje, pues aprenden palabras que nombran o describen características físicas de un lugar.

2) Percepción espacial, al fomentar su sentido de la dirección.

3) Habilidades físicas, al ejercitar la coordinación de movimientos.

De tú a tú. Quien ha visto alguna vez un episodio de Dora sabe que la mayor semejanza entre ella y Deadpool es que ambos personajes rompen la cuarta pared para hablarnos de tú a tú. Los niños que ven el programa interactúan activamente así con Dora, pues ante peticiones como: “Si ven al Zorro, digan Zorro”, o “Can we help Tico to find his shirt?”, hay una pequeña ventana de tiempo en la que pueden responder y ayudar a los personajes.

Según un estudio, esta forma de interactuar en programas como Dora y Las pistas de Blue, comparada con la del resto de los programas para niños de preescolar, en los que sus protagonistas no se dirigen a su audiencia, fue la que se tradujo en el mayor incremento en el vocabulario de los niños.

De acuerdo con Carter, en cada episodio de Dora los niños observan cómo Mapa, el personaje animado, cada que es necesaria su presencia para indicar a Dora cómo llegar alguna parte, extiende por toda la pantalla una representación espacial en la que aparece la ruta que ella y Botas seguirán atravesando tres o cuatro lugares específicos, que se muestran en el mapa como si los viésemos desde un ángulo de 45 grados arriba del horizonte, lo que facilita que los niños identifiquen puntos de referencia como montañas, ríos, bosques, casas, puentes y otras construcciones.

La aventura de Mapa. Dos episodios en especial llamaron la atención del geógrafo por la relevancia de su contenido en esta disciplina. El primero, “La aventura de Mapa”, y en él Dora tiene que dibujar su propio mapa para poder traer de regreso a Mapa, que fue tomado por un ave por error para construir su nido. El segundo es “La aventura mundial de Dora”: Dora necesita entregar pulseras a niñas y niños de Francia, Tanzania, Rusia y China. En este capítulo Mapa muestra un globo terráqueo, que rota de oeste a este, desde una perspectiva de 30 grados de latitud norte. Durante el recorrido de Dora los niños pueden ver varias representaciones fieles de realidades geográficas, como en su paso por la Antártida.

Desde su área de estudio, el gran valor que para Carter tiene Dora es que proporciona a los niños de preescolar los elementos para usar un mapa: la habilidad de ubicar su posición en él y la localización de su destino, orientarse en el mapa a partir de características del medio que son representadas como símbolos en el mapa, y planear una ruta apropiada y seguirla. En vista de ello, ¿cómo no celebrar con Dora y sus seguidores bailando y cantando al final de un episodio: “Lo hicimos, lo hicimos muy bien”.

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