“¿Por qué nos tienes miedo a los actores?”, preguntó curiosa Ilse Salas hace un tiempo a Matías Meyer, realizador de Los últimos cristeros y Yo, conocido por trabajar con gente que selecciona de la calle.

Salas encabezó un bombardeo con colegas con la idea que se animara a hacer algo con ellos y lo logró tras una serie de ejercicios en el proyecto Arte Careyes.

“Le hicimos manita de puerco y después de ese taller, donde trabajó con estos seres egomaniacos, un poco insoportables, que quizá saben contar cuentos, se quedó con la idea de hacer algo”, recuerda entre risas.

Ahí fue el germen de Amores modernos, cinta coral que estrena esta semana en la Ciudad de México, tras una apertura parcial en entidades debido a la contingencia sanitaria.

Salas, Ludwika Paleta, Leonardo Ortizgris, Andrés Almeida y Luis Alberti son algunos actores que fueron llamados para contar una historia de familia que inicia con la muerte de la madre.

Se retratan, entre otras cosas, al hijo gay desterrado por el padre, la hija nacida fuera de matrimonio, el amor entre hermanos y amigos en pocas horas.

“Son historias comunes de las familias reales, hay de casas chicas, pleitos entre hermanos, matrimonios que están ahí quien sabe por qué y que le dan la vuelta al amor; hay muchas formas de amar”, comenta Ilse.

“A nadie nos daba alegría estrenar en época de pandemia, uno siempre quiere el mejor escenario, sin embargo es muy esperanzador que empiece a regresar la vida con esta nueva normalidad de medidas y protocolos estrictos”, considera.

Amores modernos ha estado exhibiéndose en un cine de barrio en Montreal, Canadá, donde actualmente radica Meyer. El guión lo creó sabiendo que las personas siempre tienen una parte oculta y el núcleo familiar servía como contexto.

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