Salvar a una especie no es un acto heroico en el sentido clásico. Muchas veces, dice el productor Tom Payne, es un trabajo silencioso, mal pagado, emocionalmente desgastante y que transcurre lejos de los reflectores.

En Born to be wild, la nueva serie documental que se estrena este viernes 19 por Apple TV, la conservación se muestra tal como es: una lucha desigual sostenida por personas que dedican su vida a animales que deberán aprender a sobrevivir sin ellas.

“Estas personas son héroes que no reciben grandes salarios y trabajan con recursos mínimos, pero con una dedicación absoluta”.

Narrada por Hugh Bonneville (Paddington, Downton Abbey), la producción se aleja del discurso apocalíptico sobre el colapso ambiental y apuesta por algo más incómodo: revelar el desgaste humano que implica rescatar, cuidar y preparar a un animal para regresar a la vida salvaje.

Cada elefante, oso o felino supone años de trabajo, incertidumbre constante y la posibilidad real de que todo fracase en el camino.

“Cada proyecto lucha contra la falta de financiamiento, reconocimiento y visibilidad. Aun así, siguen adelante”, añade Payne.

El productor comenta que lejos del documental de naturaleza tradicional, Born to be wild convierte la conservación en una experiencia emocional universal. Alimentar, proteger, enseñar y, finalmente, aprender a dejar ir se convierten historias pensadas para conectar.

“No queríamos hacer un contenido pesado o meramente informativo; queríamos historias humanas con las que cualquiera pudiera identificarse”, señala.

La serie sigue a seis crías: un elefante de sabana, un oso luna, dos guepardos, un lémur de cola anillada, linces ibéricos y pingüinos africanos, desde su frágil inicio hasta el momento más temido: la liberación. No hay finales garantizados, dice el productor ejecutivo Alex Williamson, solo la posibilidad de que el esfuerzo dé resultado.

“Son historias de crianza, de preparar a alguien para sobrevivir sin ti”, comenta Williamson.

Pero la cercanía emocional con los animales tiene límites estrictos. Los productores aseguran que la serie se filmó bajo protocolos rigurosos que priorizaron el bienestar animal: uso de equipo de protección para evitar contagios, cámaras remotas instaladas meses antes del nacimiento y reglas precisas para evitar la impronta humana en especies destinadas a volver a la vida silvestre.

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