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Los tiempos modernos están marcados por una sensibilidad que ha provocado una exigencia por ser políticamente correcto.

Las redes sociales se han convertido en paredones donde los usuarios “ejecutan” a aquellos que han incurrido la irreverencia y, por ende, son políticamente incorrectos.

Sin embargo, hay quienes viven justo de ser políticamente incorrectos. Los comediantes y sobre todo los standuperos son ese colectivo que basan su profesión en hacer reír de cosas que no siempre son bien vistas.

Mónica Escobedo, la primera mujer de América Latina en grabar un especial de stand up para el canal Comedy Central, dice que se tiene que seguir siendo políticamente incorrecto, pero con responsabilidad.

“Ser políticamente incorrecto es cuando dices algo por el simple hecho de decir, para que la gente se escandalice, pero no llegas a nada haciendo una observación que lastime a una minoría vulnerable”, dice.

Juan Carlos Escalante también tiene mucha experiencia subiendo a un escenario y siendo parte del elenco de programas como La culpa es de Cortés, que también toma temas del día a día para sacar una carcajada.

“Ser comediante para mí desde el primer día se trató de tomar riesgos calculados y no tan calculados constantemente. Afortunadamente parte de mi formación fue obtener una perspectiva ética que me ha ayudado a no ser tan frívolo en la búsqueda de hacer reír porque sé que podría ser más políticamente correcto y sacar risas más grandes (a muchos públicos les agrada que ataques a gays, gente de escasos recursos o aspecto ‘diferente’) o serlo menos en un esfuerzo por no ofender a nadie, al final, lo único que puedo es compartir mis chistes con el público”, comentó.

La mayoría de los comediantes tienen por termómetro al público. Es la misma audiencia quien dicta la pauta de hasta dónde pueden llegar dentro de su ser incorrecto y todo eso se hace durante los shows en vivo.

La mayoría de estos profesionales de la risa no tiene miedo a los palos que pudiera recibir en redes sociales por alguno que otro chiste.

“Siempre está el que no entiende el chiste y pues o se lo explicas o lo bloqueas”, señala Mónica Escobedo.

Y es que la mayoría de los standuperos cree que ser provocativo tiene un objetivo, una razón de ser, por lo que medir sus chistes no tiene que ver con la autocensura.

“Más bien creo que es un acto de conciencia, porque es importante preguntarte: ‘¿para qué voy a decir este comentario?’ Si realmente de ese comentario sórdido no sale ninguna reflexión y no va a ningún lado, entonces, por lo menos yo, no lo digo. Por que el stand up no es sólo provocar a lo tonto, es hacerte pensar”, asegura Escobedo.

“Cuando haces tu trabajo tienes que defender la postura de tu chiste, porque sí se puede ser irreverente con respeto, no sólo se trata de ser gracioso”, señala Coco Celis, quien ha logrado posicionarse en la escena.

“En general, los comediantes nos servimos mucho de lo que es políticamente incorrecto para causar esta incomodidad que termina provocando una risa. Estamos tan vulnerables porque somos de estos sectores que son discriminados y tocamos temas polémicos pero desde una perspectiva desde que nosotros también somos de ese estrato”, comenta Raúl G. Meneses.

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