Misoginia y discriminación o simplemente franqueza y poco tacto al hablar fueron las razones por las que el , fue tan duramente criticado en algunas ocasiones que, en eventos oficiales, rompió el protocolo y se expresó de una manera políticamente incorrecta, poniendo en aprietos a la .

En 1967 se le preguntó si le gustaría visitar la entonces Unión Soviética, a lo que el monarca respondió: “Me gustaría mucho ir a Rusia, aunque los bastardos asesinaron a la mitad de mi familia”. El príncipe Felipe era sobrino-nieto de Alejandra Fiódorovna Románova, última zarina de Rusia, quien fue asesinada en 1917 por los bolcheviques, junto a su esposo el zar Nicolás II y sus hijos.

Cuando el Reino Unido estaba a punto de entrar en una recesión económica en 1981, el duque expresó dos frases que pusieron de manifiesto su poca empatía con la situación. “Vamos a entrar en números rojos el año que viene, probablemente tendré que renunciar a polo”, refiriéndose a las acciones que posiblemente la familia real tenía que tomar, y también dijo: “Todo el mundo decía que debíamos tener más tiempo libre, ahora se quejan de que están desempleados”.

El incorrecto duque de Edimburgo
El incorrecto duque de Edimburgo

Foto:  AFP

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Sus palabras también lo llevaron a vivir situaciones que actualmente pudieran calificarse como de discriminación y racista; por ejemplo, cuando en 1984 durante una visita a Kenia, después de recibir un regalo de manos de una ciudadana de aquel país, le preguntó “eres mujer, ¿no?”.

En 1986 durante una visita a Beijing, el príncipe le dijo a un grupo de estudiantes británicos en China: “Si se quedan aquí mucho más tiempo, se quedarán con los ojos rasgados”; también dijo que la ciudad era fea; incluso tachó de caníbales a los habitantes de Papúa Nueva Guinea, al preguntarle a un viajero cómo le había hecho para que no lo devoraran.

Si bien él instauró el Premio Duque de Edimburgo, para reconocer los logros de niños y jóvenes en etapa escolar, ni eso lo detuvo para hacer declaraciones que dejaron a más de uno con la boca abierta, por ejemplo: “Los jóvenes son los mismos de siempre, igual de ignorantes”, hecha durante la premiación de 2006. La activista y Premio Nobel de la Paz 2014, , quien sufrió un atentado con ácido, por su lucha en el régimen talibán porque las niñas accedan a la educación, escuchó de él la frase: “Los niños van a la escuela porque sus padres no los quieren en la casa”. También a un niño de 13 años, que le confesó que soñaba con ser astronauta, le dijo sin tapujos que estaba muy gordo para eso.

Las mujeres también le ocuparon sus pensamientos, al hacer afirmaciones como “las mujeres británicas no pueden cocinar” y “no creo que una prostituta sea más moral que una esposa, pero están haciendo lo mismo”.

El incorrecto duque de Edimburgo
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Foto: Anthony Devlin / POOL / AFP

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Ni los famosos se salvaron de las opiniones del príncipe Felipe, entre ellos Madonna, que en 2002 interpretó el tema central de la película "Die another day", de la saga de James Bones, así que el monarca opinó al respecto: “¿Vamos a necesitar tapones para los oídos?”, o cuando le dijo a Elton John de frente: “Eres tú el dueño de ese espantoso auto, ¿verdad?”, al referirse a su deslumbrante Aston Martin dorado, pero también en otra ocasión durante una actuación del músico británico dijo “ojalá le hubieran apagado el micrófono”.

Su penar con la reina

“No soy más que una maldita ameba. Soy el único hombre en el país al que no se le permite darles su nombre a sus hijos”, fue el sentimiento que tal vez siempre tuvo príncipe Felipe, duque de Edimburgo, quien desde el momento que se comprometió con Isabel II, comenzó a renunciar a su propio brillo para estar bajo la sombra de su esposa durante 73 años.

Nacido en cuna real (10 de junio 1921), durante su infancia y parte de su juventud portó el título de príncipe de Grecia y Dinamarca; sus padres fueron el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y la princesa Alicia de Battenberg. Cuando su tío, el rey Constantino I de Grecia, fue obligado a abdicar el 22 de septiembre de 1922 y su familia fue desterrada de por vida, comenzó su andar entre Alemania y Reino Unido, debido a su educación.

Fue en tierras británicas donde, a los 18 años, comenzó su prometedora carrera militar, después de nacionalizarse y adoptar el apellido Mountbatten, la traducción al inglés de su apellido materno; uniéndose a la Marina Real del Reino Unido, donde obtuvo el grado de teniente, el cual tuvo que abandonar al comprometerse con la entonces princesa Elizabeth .

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Antes de la boda real (20 de noviembre de 1947), Felipe tuvo que acceder a renunciar a su lealtad a Grecia y a su religión, que era la ortodoxa griega, por lo tanto, perdía su derecho a seguir siendo el príncipe de Grecia y Dinamarca, debido a la Ley Parlamentaria Británica, aunque posteriormente el rey Jorge VI le concedió el tratamiento de Su Alteza Real y lo nombró duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich.

El incorrecto duque de Edimburgo
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Foto: STR and - / AFP

Fue esa misma ley la que causó fricción entre el matrimonio real, porque sólo se permite el título de rey o reina, a los descendientes directos de la familia real británica, es decir, por sangre. También esta misma ley observa factor de género, la esposa de un rey sí puede ostentar el título de reina, porque puede ser usado tanto para referirse a un monarca como a un rol ceremonial, pero en caso de un varón casado con una reina, no existe el uso ceremonial de rey, fue por eso que Felipe jamás fue nombrado con tal título.

En 1957 la reina tuvo que hacer uso de un recurso exclusivo de la realeza para conferir un cargo, para nombrar a su esposo Príncipe Oficial del Reino Unido, y así fuera conocido como Su Alteza Real, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo.

Al ascender al trono Isabel II, la posibilidad de que el apellido de la Casa Real Británica cambiara de Windsor a Mountbatten fue puesta sobre la mesa, pero ante la persuasión del primer ministro Winston Churchill, de mantener el nombre, las aspiraciones del príncipe por obtener un poco más de protagonismo ante su pueblo y el mundo se esfumaron; de nueva cuenta la reina tuvo que hacer uso de su cargo y en 1960 emitió una orden que declaraba, que sus descendientes masculinos que no llevasen el tratamiento de Alteza Real o el título de príncipe, llevarían el apellido Mountbatten-Windsor .

Mientras Isabel II se hacía cargo de los asuntos de Estado, el príncipe Felipe tuvo que asumir un rol más doméstico, al hacerse cargo de manera directa de la educación de sus hijos Carlos príncipe de Gales, la princesa Ana, Andrés duque de York, y Eduardo conde de Wessex ; a la muerte de su nuera, la princesa Diana de Gales, en 1997, de los príncipes Guillermo y Enrique .

El incorrecto duque de Edimburgo
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Foto: EFE/EPA/MAURI RATILAINEN

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Durante las más de siete décadas al lado de la reina, el príncipe Felipe fue el consejero personal de la monarca, así que el alcance de su influencia en el destino de Reino Unido y la Mancomunidad (compuesta por 16 estados Independientes donde Isabel II es soberana) puede ser enorme. Recibió múltiples condecoraciones y nombramientos, entre los más importantes está el de lord gran almirante del Reino Unido (jefe titular de la Marina Real Británica), que de 1964 – 2011 ostentó Isabel II y que le otorgó como recompensa por 60 años como consorte.

Aunque su trabajó al servicio de la Corona británica fue discreto, también fue uno de los más productivos; encabezó 800 organizaciones de caridad y fue miembro de más de 700 alrededor del mundo, fue presidente emérito del Fondo Mundial para la Naturaleza e instauró el Premio Duque de Edimburgo, enfocados a los logros de niños y jóvenes en edad escolar.

El duque de Edimburgo se retiró de la vida pública en 2017, para cumplir su deseo de llevar una vida más tranquila y alejada del ojo público.

fjb