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Ante el contexto actual en el mundo, donde las guerras continúan —como la permanente lucha de territorio en Palestina y el conflicto armado entre Ucrania y Rusia—, una persona como Bob Marley es sumamente necesaria.
El jamaicano, fallecido en mayo de 1981 con tan sólo 36 años, fue mucho más que un ícono del reggae: figuró como un símbolo de la lucha por la justicia social y la paz en el planeta, convirtiéndose en la voz de los oprimidos.
Es por ello que para el protagonista de la película biográfica "Bob Marley: one love" (La leyenda), Kingsley Ben-Adir, así como su director, Reinaldo Marcus Green, presentar su memoria a las nuevas generaciones es un bálsamo, ya que les permitirá conocer la esencia de una persona necesaria tanto en el contexto en el que vivió, como en cualquier otro.
“(Marley) es un mensaje de amor, de pasión. Es importante que conozcan cuánto le costó llegar a ese lugar. Llevar ese mensaje a todo el mundo a través de su música y, sobre todo, siendo leal a sus ideales”, dice el protagonista del filme a EL UNIVERSAL.
La cinta retrata el ascenso del músico en un momento en donde no existía el término de globalización. Y cómo, durante la década de los 70, desempeñó un papel importante en la lucha contra la violencia política en su país.
Su música —que actualmente sigue resonando en 21 millones de escuchas mensuales en Spotify— suele promover la unidad, la paz y la reconciliación. Fue un mensaje que resonó globalmente; hasta 2015 había vendido más de 75 millones de álbumes.
“Espero que la gente pueda encontrar a Bob más identificable (a partir de la película) no sólo como héroe, como ícono o como idea, sino como humano. Él representaba todas esas cosas, paz, amor y unidad, pero también era un hombre del gueto. Luchó y sufrió y pasó por muchas cosas por una convicción”, detalla Kingsley
El ícono del reggae es retratado en uno de los momentos más importantes, cuando reunió a líderes políticos rivales en el escenario de su concierto One love peace (1978), un momento que engloba su papel en la búsqueda de la paz en Jamaica, que para el director Marcus Green es importante destacar.
“La música es la esencia de esta película, nuestro hilo conductor. A través de ella Bob nos habla de unidad, de paz, de amor, de cosas importantes incluso hoy en día. Creo que nunca es mal momento para volver a escucharlo. La música puede curar”, asegura.
Al ritmo de Marley
Para desarrollar la película, el realizador consideró fundamental introducir la música original de Marley, que va apareciendo en distintos momentos de la historia, no como ornamento, sino para construir y adentrar al personaje.
El actor que le da vida vio entonces fundamental descifrar esa perspectiva sonora con experiencias personales: “Entender musicalmente a Bob fue probablemente una de las cosas más importantes para mí”, reconoce.
“Quería asegurarme de que entendía todo el recorrido de la música, qué álbum fue el primero, cuál fue el segundo. Y claro que no me bastó con eso, debía comprender la música, el ritmo, las melodías, no solo la letra”.
Kingsley cuenta que comenzó tocando guitarra con tutoriales en YouTube y así logró esbozar algunos acordes, pero después del primer mes, para él fue necesario ir más allá: “Necesitaba a un profesor y encontré al adecuado que me acompañó durante todo el rodaje. Para mí eso fue entender la música, le dije que yo iba a cantar todos los días del rodaje, y así lo hice, aunque eso no estaba dentro de los planes”, comparte.
Las escenas donde se ve al ídolo cantando fueron dobladas por Ziggy Marley, hijo de Bob, por lo que no era necesario que Kingsley supiera cantar, pero el actor dice que para conectarse mejor con Marley, reconocido además por su visión espiritual, sí aprendió.
“Era tan absurdo como intentar jugar al futbol y no patear el balón. Eso no tenía sentido”, bromea el actor británico, que durante el rodaje tenía también 36 años.
La película podrá verse a partir del 14 de febrero. Aún así, desde el 8 de febrero la plataforma Spotify lanzó el soundtrack oficial. El público puede adentrarse ya al ritmo de Marley antes de revivir sus pasajes en la gran pantalla.