Antes que Ciudad Juárez, antes que Monterrey, antes que Torreón, estuvo Tijuana. Fue el primer milagro, la primera ciudad que pudo revertir una inmensa oleada de violencia y encaminarse hacia la pacificación.

Pero eso fue ayer. Hoy el milagro se agota y la muerte vuelve por sus fueros en esa ciudad fronteriza.

En los primeros ocho meses de 2016, según cifras oficiales, 546 personas fueron víctimas de homicidio doloso en Tijuana. Eso representa un incremento de 29% con respecto al mismo periodo de 2015. Y medidos en términos de averiguaciones, los homicidios han aumentado 65% desde 2014.

La escalada no muestra signos de detenerse. Según información preliminar, septiembre fue el peor mes del año, con 89 víctimas. Con esto, ya es un hecho que Tijuana tendrá su año más violento desde 2010, en los meros albores de la pacificación.

El asunto, además, no se reduce a los homicidios. Según la organización Unidos por los Desaparecidos de Baja California, los secuestros y desapariciones han aumentado alrededor de 30% en lo que va del año.

¿Qué está pasando? Según las autoridades, tanto estatales como federales, esas cifras no reflejan más que pleitos entre narcomenudistas por el control de la venta local de drogas. Y algo puede haber de ello: Tijuana, como otras ciudades fronterizas, ha tenido tradicionalmente un activo mercado de drogas ilegales. Pero eso no explica los motivos para que los narcomenudistas tiren más bala hoy que hace dos años.

El elemento realmente disruptivo parece ser el arribo del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) a la frontera bajacaliforniana. Sobre ese hecho, hay reportes desde el año pasado, pero la secretaría de seguridad pública estatal los había minimizado. Pero las señales del desembarco de los jaliscienses son cada vez más poderosas.

Las narcomantas firmadas por el CJNG han proliferado en meses recientes. También los mensajes con misma rúbrica junto a cadáveres botados en zonas populares. En agosto, fueron detenidos por la policía municipal de Tijuana tres presuntos miembros de una banda conocida como Los R’s o Los Pelones y estos afirmaron trabajar para el Cartel de Jalisco.

El CJNG está penetrando Tijuana en alianza con la estructura criminal de lo que resta del Cártel de los Arellano Félix (CAF). Han aparecido mantas firmadas conjuntamente por el CJNG y el CAF. Ha surgido una organización autodenominada Cártel de Tijuana Nueva Generación (CTNG), conformada, según se sabe, por viejos operadores de los Arellano, integrantes de pandillas de Tijuana y pistoleros enviados desde Jalisco.

Esto no puede más que significar una guerra contra el Cártel de Sinaloa, la organización criminal dominante en Baja California en los últimos seis años. Y, en efecto, los tambores de guerra suenan por toda la frontera bajacaliforniana. El 16 de septiembre, una cabeza humana, junto a un mensaje del CTNG, fue dejada encima del vehículo del escolta del jefe de la policía municipal de Tecate. Tres días antes, un mensaje con misma firma fue encontrado junto al cadáver de un policía municipal de Tijuana. Los cadáveres mutilados y con señas de tortura han aparecido con inquietante frecuencia

¿Y las autoridades? En la negación y la estulticia hasta ahora. Hace un par de semanas, el delegado de la Secretaría de Gobernación en Baja California, José Luis Hernández Ibarra, se aventó la siguiente perla, reportada por el semanario Zeta: “Los homicidios que vemos es gente que no anda bien, son delincuentes… Se matan entre ellos y eso no lo puede evitar la autoridad porque no puedes poner un policía en cada esquina”.

“Es entre ellos”. Así decían en Tijuana y en México en 2008. Y así nos fue.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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